Los chicos ahora mismo están acomodando todo el desorden en sus cabezas, Noah está furioso por ocultarle algo tan importante, sin embargo, no podía revelar información y ahora hasta Matthew sabe, mi padre me matará si se entera. Bajo del auto y me encuentro en el lugar que está prohibido para mí pero mi padre me obligó a venir cuando no contesto mis llamadas, le informo al hombre que me espere. Entro y puedo asegurar que mis ojos brillan por lo maravilloso que es adentro, hombres y mujeres caminando de un lado para otro con sus trajes de soldados, me imagino vestida así pero lamentablemente mi padre se negó a que entrará al ejército porque no quiere que asista a misiones tiene miedo de que vaya y no regrese. Los hombres son atractivos y no se diga de las mujeres que son tan bellas y tienen cuerpos de infarto, me siento diminuta caminando entre ellos.
Pregunto por el capitán Haraldo Dumont y un soldado me lleva a dónde se encuentra, el soldado me deja en la puerta y entro sin tocar, el rostro de mi padre palidece al verme.
—Hola querido padre —saludo con una gran sonrisa.
—¿Qué haces aquí? —pregunta cerrando la puerta de golpe detrás de mi.
—Te estuve llamando y como no me contestaste tuve que venir personalmente.
—Soy un hombre ocupado, no puedes estar aquí el coronel se molestará si te ve.
—No lo creo, solo quiero que averigües sobre los hombres de Caden, el hombre está en la cárcel pero controla todo y mis amigos corren peligro así que quiero que los metas a la cárcel.
—¿Desde cuándo tienes amigos? —pregunta con una ceja alzada.
—Desde hace un tiempo —digo sin darle tanta información sobre mi vida.
—Cuando tenga tiempo investigare por mi propia cuenta sobre ese hombre ahora necesito que salgas antes de que alguien te vea.
—Claro —salgo y camino hasta la salida.
En los pasillos me encuentro con un hombre, se detiene y se me queda mirando fijamente, me cruzó de brazos para mirarlo de la misma manera.
—¿Qué tanto me ve? —pregunto cruzando mis brazos.
—¿Qué haces aquí niñita?
—A usted no le interesa eso abuelo—digo burlándome.
El hombre no parece viejo, parece tener buena condición y es atractivo, pero no acepto que alguien me llame niñita.
—Lárgate —me ordena.
Veo las medallas que lleva puestas y me trago mis propias palabras, le muestro mi dedo de en medio y me marchó, espero que no investigue quien es mi padre porque si no lo van a despedir.
El hombre del auto me lleva hasta el departamento y en la entrada me encuentro con David que está despidiéndose de una chica. Ambos subimos juntos al departamento y solo está Carter acostado en el sillón comiéndose mi helado, cojo lo primero que encuentro y se lo arrojó para que aprenda que con mi helado nadie se mete.
—Vamos algún lugar a divertirnos —sugiere David.
—Si, vamos —contesta Carter levantándose del sillón.
—Acabo de llegar y ya me quieren llevar a la perdición —me quejo.
—Solo un rato —dice David mostrando su carita de ternura.
—Esta bien.
Observo la ropa que traigo puesta y no me veo tan mal. Salimos del departamento y emprendemos nuestro camino a una fiesta de un amigo de David, coloco mi música para animar el momento mientras manejo, por el retrovisor veo como
Carter le susurra en el oído a David, están demasiado juntos al igual que sus rostros, dentro de mi cabeza hay minis Annes gritando como locas, subo el volumen de la música y muevo mi mano libre de un lado para otro al mismo ritmo que la canción.
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Lo que nunca seremos (Amores Deseados)
Novela JuvenilAnne y Noah tan parecidos que cuando se juntan crean destrucción a su paso atrayendo el peligro hacía ellos, nadie está preparado para enfrentar lo que se aproxima ni siquiera ellos mismos. Causaron el deseo y ahora solo queda luchar por no perderse...