Anne Dumont
Llevo días sin probar una gota de agua ni siquiera he comido, me siento cada día más débil y no sé cuánto tiempo aguante así. Posiblemente este día sea el último y aún tengo la esperanza de que me rescaten de esta mierda, el primer día intenté hallar la manera de salir, sin embargo, el lugar está lleno de hombres y la habitación en la que estamos no hay como salir. Me giro para ver a Matthew y el está peor que yo, su rostro está pálido y lleno de moretones por la golpiza que recibió, tiene los ojos abiertos viendo hacia la nada.
—Matthew —lo llamo.
—¿Si? —dice en susurró que apenas logro escuchar.
—Tienes que resistir.
—No puedo.
—Si puedes, los dos vamos a salir de aquí y esto solo va hacer una maldita pesadilla.
—Solo descansa, no gastes tus fuerzas —dice dándome la espalda—. Todo estará bien.
Descanso mi cabeza en la fría pared de la habitación, cierro mis ojos pero tengo miedo de dormirme y ya no volver a despertar. El miedo me está consumiendo por completo y me siento tan mal por dejar que me consuma de esa manera, soy Anne Dumont la hija de un capitán y una teniente que le sirven al ejército y no tengo que dejar que el miedo me vensa porque no solo me fallaría a mi sino también a mis padres y amigos, tengo que resistir porque se que ellos me encontrarán.
Abro mis ojos y me sobresalto al ver que estoy en una habitación diferente, la habitación es de color rosa y estoy sobre una cómoda cama, me levanto y me dirijo al baño para lavar mi rostro y recordar lo que me ha pasado. Al terminar de lavar mi rostro levanto mi vista y me asusto al ver a una persona completamente diferente, la persona que está en el espejo no soy yo, esa chica es Astrid la niña de mis sueños estoy en el cuerpo de ella.
—Astrid, baja a desayunar —grita una voz femenina.
Reacciono y salgo del baño para bajar. Este solo es un sueño más pero al menos no estoy en aquella habitación fría y sucia. Bajo las escaleras y me encuentro con las dos personas que al parecer son los padres de Astrid, desayuno en silencio sin mencionar ni una sola palabra, la madre y padre no prestan atención y siguen con sus aparatos en la manos, me levanto de mi asiento y me dirijo a la habitación sin que ellos se den cuenta, observo la habitación y cada cosa que hay me resulta familiar hasta el cuadro con la foto familiar que está en la mesita de noche. A pesar de que la habitación tiene un color colorido y alegré se puede sentir tristeza en ella, siento la presión en mi pecho de un vacío.
—Esa niña eres tú —me giro por todos los lados para ver de dónde proviene la voz pero no hay nadie—. Tienes que recordar quién eres en verdad.
—No... Yo soy Anne Dumont.
—Tu bien sabes que no.
Despierto con la respiración agitada y con esa sensación de vacío en mi pecho. Respiro hondo llenando mis pulmones de aire y tratando de controlar mi respiración. Después de unos largos minutos puedo lograr calmarme, me giro para observar a Matthew pero el sigue dándome la espalda.
—Matthew, ¿Estás despierto?
Silencio absoluto es la respuesta. Con la poca fuerza que tengo me acerco a él para poder despertarlo, cuando logro llegar a su lado le doy la vuelta para que quede boca arriba, acaricio su mejilla con delicadeza y siento lo frío que está.
—¡Matthew! ¡Matthew! ¡Matthew! —lo llamo desesperadamente pero no recibo ninguna respuesta.
Sus ojos no se abren y lo muevo para que despierte, sin embargo, no hay ningún movimiento y caigo en cuenta que está muerto.
ESTÁS LEYENDO
Lo que nunca seremos (Amores Deseados)
Roman pour AdolescentsAnne y Noah tan parecidos que cuando se juntan crean destrucción a su paso atrayendo el peligro hacía ellos, nadie está preparado para enfrentar lo que se aproxima ni siquiera ellos mismos. Causaron el deseo y ahora solo queda luchar por no perderse...