Al día siguiente noté como Alex ya no me trataba igual que siempre, sino que me hablaba con sumo cuidado, como si pensara a conciencia sus palabras antes de decirlas, supuse que la manera en la que me comporté el día anterior le había dejado tan descolocado como a mí.
-Deberíamos quedar para hacer el trabajo hoy... y empezarlo de una vez. -me dijo de forma ausente y tenía razón, pues el plazo vencía después de navidad.
-Sí, tienes razón. -respondí de forma igualmente ausente. Me di cuenta con dolor de que ya había comenzado a distanciarse de mí, única y enteramente por mi culpa, pero eso era lo que yo quería ¿O no? No, definitivamente lo odiaba, quería que todo fuese como antes, pero ya no había vuelta atrás.
-Y... -comenzó a decir de nuevo con cuidado extremo, sin ni siquiera atreverse a mirarme a los ojos. -Creo que tenemos que hablar.
-Vale. -sentí ganas de llorar, todo iba a acabarse.
El resto del día no hablamos lo más mínimo y cada vez que me cruzaba con la tristeza de sus ojos sentía que me estaba muriendo un poco.
Tuve una amarga comida con Dolores, que no paraba de preguntarme por el mordisco en mi cuello y en mi brazo, haciendo comentarios sorprendentemente obscenos y especulando sobre cómo y quién me los habían hecho. Todo ello me hacía recordar a Alex susurrándome con voz agonizante lo cruel que era, pero él también era cruel por buscar a alguien con quién apaciguar su sufrimiento por amar a alguien que está muerto, sin importarle que esa persona pueda enamorarse desesperadamente de él, esperando ser algo más que un premio de consolación.
Finalmente conseguí llegar a su casa a la hora acordada, pese a haberme detenido por el camino varias veces a llorar o simplemente a pegarle patadas a un banco, haciendo que la gente me mirara con desconfianza, pero ya me daba igual todo.
-Hola, Sami. -saludó con una sonrisa triste.
-Hola. -entré sin preguntar y ambos nos sentamos en el sofá, ese sofá que me traía tantos recuerdos cargados de nostalgia.
- ¿Me vas a contar que te pasa? -preguntó finalmente en tono serio, pero con algo de esperanza en su mirada.
-No me pasa nada.
-Joder Sami, corta el rollo y dime que te pasa ¿Por qué estás así de... gilipollas? -ahora estaba enfadado y yo solo quería morirme, pero ya había tomado una decisión. -No paro de pensar qué he podido hacerte para que me trates así de repente.
-Igual es que ya no quiero seguir con esto. -al pronunciar estas palabras sentí un horrible dolor en el pecho que apenas me dejaba respirar, el cual se acentuó cuando vi la expresión totalmente atónita con la que Alex me miraba y me di cuenta de que tanto su enfado como su tristeza se habían multiplicado.
- ¿Cómo puedes ser tan egoísta? -sus palabras eran como cuchillos, pero intenté con toda mi alma no venirme abajo.
-Estoy confuso ¿Vale? No tengo ni idea de qué estamos haciendo.
-Sé sincero contigo mismo por una vez y deja de arrastrarme con tus inseguridades... -el enfado en su voz fue repentinamente sustituido por una fría tristeza. -Ya no sé qué hacer ni cómo tratarte...
No sabía por cuánto tiempo más iba a poder aguantar el llanto y ya me quedaba sin mentiras que decir.
-Ha sido todo demasiado repentino, somos chicos... no está bien. -¿Pero qué estaba diciendo?
- ¡Por fin lo dices! Qué original ¿Por qué no hacemos el trabajo de la enfermedad sobre la homosexualidad? -dijo esta vez más enfadado, y con razón.
-No me refería a eso, Alex... y lo sabes.
- ¿Entonces a qué? ¿Qué es lo que te pasa?
-Y....ya te he dicho que no sé si quiero seguir con esto. -alcé la vista y pude ver, a través de la pantalla de lágrimas que cubrían mis ojos, como la cara de Alex prácticamente se descomponía en una expresión de pura desesperación.
- ¿Es que ya no me quieres?
Sentí cómo las lágrimas de mis ojos se transformaban en lágrimas de rabia hacia mí mismo y ya no pude aguantar más aquella farsa.
- ¡Claro que te quiero, idiota! Te quiero tanto que me asusta, no sé hacer otra cosa que no sea pensar en ti y cuando estamos juntos todo lo asqueroso de este mundo deja de importarme, me da miedo que algún día me faltes, porque no creo que pueda soportarlo.
Cuando le miré por fin, después de prácticamente vomitar esas palabras, sentí que el pecho me iba a estallar, Alex me miraba derrotado. Las lágrimas recorrían su rostro de forma casi torrencial, arrancándome las fuerzas. Era la primera vez que lo veía llorar.
-Entonces... ¿Por qué me haces esto? -seguía llorando, Dios... le había hecho llorar.
-Y...yo, es que... hablé con Misa y me dijo que estabas aún enamorado de Pablo y que yo era solo un reemplazo hasta que te olvidaras de él y... -el llanto me impidió seguir hablando y Alex tomó mi rostro entre sus manos y me miró, aún con las lágrimas abriendo surcos en sus mejillas.
-Sami... escúchame. Tú no eres ningún reemplazo, eres la persona que me ha devuelto la alegría. Pensaba que nunca podría querer a alguien tanto como quería a Pablo, pero entonces llegaste tú y... -tuvo que parar de hablar para acabar de llorar todo el daño que le había hecho. -No puedo soportar la idea de que me abandones tú también, no puedes hacerme eso. Te quiero demasiado... joder. Te juro que voy a estar siempre contigo ¿Vale? Así que, por favor, no te apartes de mí, no vuelvas a hacerme sentir que no me necesitas tanto como yo a ti, porque te prometo que eso me matará.
-Lo siento... -no podía parar de llorar, me sentía estúpido y asqueado de mí mismo por haberle hecho sentir así y por haber querido dejarle. -Soy imbécil... yo... no te merezco, no merezco que me quieras tanto, perdóname Alex. N...no sé qué haría sin ti. -entonces me tomó entre sus brazos y me besó, no con lujuria, sino con cariño.
-Te quiero Sami.
-Y yo a ti... te quiero muchísimo. -entonces me sonrojé por primera vez desde hacía dos días, haciendo que Alex esbozara una sonrisa dulce, que me hizo darme cuenta de que prefería eso a su tristeza.
Nos quedamos de esa forma, abrazados en el sofá, durante unos minutos que hubiese deseado que no acabaran nunca. Me sentía terriblemente culpable por haberle tratado de esa manera, sobre todo cuando estaba más frágil y triste por recordar la muerte de Pablo y, en lugar de apoyarle, había hecho que se sintiera como una mierda.
-Lo siento mucho, Alex, de verdad. Te juro que solo quiero estar contigo, lo demás me da igual.
-Entonces quiero que seas mi novio. -aquello me tomó por sorpresa e hizo que me pusiera rojo de vergüenza. Alex soltó una suave carcajada al tiempo que me abrazaba con más fuerza.
-Y... ¿Qué significa eso exactamente? -pregunté desconcertado. -Quiero decir ¿Cuál es la diferencia?
-Pues... quiero que todo el mundo sepa que eres mi novio y que estoy enamorado de ti y también quiero que hagamos cosas románticas como celebrar aniversarios y hacernos regalos y quiero que me presentes a tu padre como tu novio y que...
- ¡Alex! -le interrumpí tan avergonzado que me ardía el rostro.
- ¿Qué?
-Eres un cursi... -dije con una risa nerviosa.
-Solo contigo, putita mía. Y bien... ¿Qué contestas?
-E...está bien.
Ambos nos sonreímos divertidos y volvió a robarme un beso que en realidad ya le pertenecía.
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Alex y Yo
RomanceSam es un joven tímido y de carácter triste que se ve obligado a empezar de cero en una ciudad desconocida. Todo parece estar desmoronándose hasta que conoce a Alex, ese chico alegre y bocazas con el que debe sentarse en clase... ****** AVISO IMPORT...