Últimas palabras

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Al final conseguí reunir el valor suficiente para ir al instituto, pues era viernes y ese día no tenía ninguna clase con Alfonso. De todas formas, no conseguí estar tranquilo en ningún momento. A cada paso que daba, se apoderaba de mí esa sensación casi visceral de peligro inminente, como si la bestia acechara en cada esquina. Fue una mañana horrible y Alex lo notó.

- ¿Qué te pasa, Sami? Parece que estás al borde del infarto todo el tiempo.

-No es nada... -ni siquiera intenté convencerme a mí mismo al decir aquello.

-Te dije que no iba a separarme de ti. -quiso tranquilizarme apretando mi mano con fuerza. -De todas formas ¿Qué es lo que te pone tan nervioso? ¿No estará algún imbécil metiéndose contigo por lo nuestro o algo así? porque te juro que...

-No es eso, Alex, de verdad. -me apresuré a interrumpirle antes de que se pusiera a gritar en medio del pasillo.

- ¿Entonces? -no paraba de mirarme inquisitivamente y yo me sentía de lo más encerrado. No se me ocurría ninguna excusa.

- ¡Chicos! -apareció mi salvación.

- ¿Misa?

-Ayer por la noche volví de Viena ¿Qué tal vuestras vacaciones? -preguntó emocionada y yo quise seguirle el hilo lo máximo posible.

-Vaya, Viena, debe de ser precioso... nosotros no nos hemos movido de aquí. -respondí con una amable sonrisa.

-Ya os enseñaré las fotos... ¿Y qué habéis hecho entonces? -iba a contestar, pero Alex se me adelantó.

-Pues... hemos salido algún día, pero sobre todo hacer el vago y follar.

- ¡Alex! -me sonrojé enseguida y le dediqué una mirada asesina.

- ¡¿Qué?! -contestó imitando mi tono de sorpresa y enfado mientras soltaba una carcajada.

-No tiene gracia, eres un bocazas. -bufé.

-Casi me dais envidia... y eso que yo sí que me he ido de vacaciones. -soltó Misa en un suspiro. -Deberíais grabarlo, no es una broma, sé de mucha gente que pagaría por verlo.

- ¿A parte de ti? -dijo Alex sin dejar de reírse y no pude evitar hacerlo yo también.

-Pues todas las chicas fujoshis del mundo y los fundashis, claro. -sentenció con el brillo de la emoción en sus ojos.

-¿Fujoshis...? -me atreví a preguntar.

-No preguntes lo que no quieras saber. -me advirtió Alex divertido.

-Son las chicas a las que les pon...gusta el yaoi. -se apresuró a responder ella.

-Vale... no sé qué es el yaoi, pero creo que me hago una idea y puedo vivir sin saberlo. -contesté algo avergonzado por las imágenes que pasaban por mi mente en ese momento.

*

Comimos con Beth, la madre de Alex, quien insistió en cocinar para nosotros, aunque, todo hay que decirlo, la comida de Alex era mucho mejor.

Notaba perfectamente como Alex no se había olvidado de la conversación que habíamos dejado pendiente esa mañana, había pasado tanto tiempo con él que ahora sus ojos hablaban por sí mismos. Entonces supe lo que tenía que hacer para que se olvidara del tema y quedara satisfecho, aunque era una decisión que ya me había costado tomar anteriormente, no pareció real hasta ese momento en el que decidí que iba leer la carta de mi madre esa misma tarde.

Una vez hubimos acabado de comer, cogí a Alex de la mano, me disculpé ante Beth por robarle a su hijo durante un rato, y me lo llevé a la calle.

Alex y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora