Ya estoy Muerto

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Me quedo unos instantes paralizado antes de levantarme súbitamente para dirigirme al desnudo escritorio. No siento tristeza cuando comienzo a escribir, tampoco al terminar de hacerlo, tan solo me limito a esconder la carta entre el montón de ropa sucia, con la esperanza de que Dolores la encuentre al hacer la colada y se la haga llegar a Alex.

Después de eso me dirijo a mi cama y levanto el colchón, debajo del cual he ido escondiendo durante el último mes todas las pastillas que no me he resignado a tragar, comienzo a contarlas, pero cuando voy por 32 me aburro y solo las tiro al suelo. Me quedo sentado en la cama mirándolas y casi parece que dibujan una sonrisa. Les devuelvo la sonrisa y ellas me lo agradecen. Se ofrecen encantadas y yo no me resisto a la tentación.

Cojo una y la miro con cuidado, pienso en Alex y lloro, luego me río, pero casi al instante vuelvo a llorar.

-Ya estoy muerto, Alex. -digo hablándole a la pastilla y me la trago sin pensar.

Porque pensar duele, tragar no.

Cojo otra y repito el proceso.

A la quinta o la sexta ya no le hablo, pues empiezo a marearme.

A la décima comienzo a sentir mucho sueño y el rostro me arde, pero me gusta.

A la vigésima tengo unas ganas horribles de vomitar y lloro de dolor. Intento agacharme para coger otra, pero me caigo de cara contra la sonrisa que dibujan las pastillas en el suelo.

Intento abrir los ojos, pero no puedo, no siento el suelo bajo mi cuerpo, no siento el olor a cerrado y no siento la tristeza, pues ya no estoy en Alemania, ahora estoy muy lejos de ahí, en un lugar que conozco bien:

El camino que lleva a casa de Alex.

Recorro ese camino asfaltado una vez más, recordando todas las veces que lo he andado y me veo a mí mismo caminando junto a Alex después del instituto, ambos muertos de hambre; me veo corriendo con lágrimas en los ojos y angustia en el alma después de lo de Alfonso; me veo con una sonrisa tonta porque no puedo esperar a llegar para verle... Y ahora una vez más sigo esas huellas invisibles que me conducen a él y, sí, tengo lágrimas en los ojos, también una sonrisa tonta, pero sobre todo siento que camina a mi lado, como tantas otras veces.

***

Para Alex:

Sé que nunca vas a perdonarme por esto, igual que yo no he perdonado a mi madre, pero he hecho algo mucho peor: Entenderla.

Ojalá nunca llegues a entenderme.

Te quiero.


**



Alex y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora