Capítulo 17

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Sheila

Estaba sentada cerca del mostrador viendo fijamente mi vaso con jugo de naranja.

― Buenos días ― Saluda David al entrar a la cocina

Levanto la mirada y sonrío leve al ver su aspecto de persona recién levantada.

― Buenos días, ¿dormiste bien? ― Asiente leve ― ¿Quieres jugo?

Niega ― ¿No hay café? ― Asiento y me levanto de mi lugar ―. Gracias

David no quiso volver a su casa ni siquiera para ir por otra ropa, parece que él y Aaron son de la misma talla así que fue a casa de sus tíos a pedir un cambio de ropa. No sé qué sucederá, pero es demasiado extraño su molestia que aparece de la nada.

Luego de servirle su café, vuelvo a tomar asiento en mi lugar, la señora Amelia aparece unos minutos después y nos saluda con amabilidad antes de empezar a preparar el almuerzo.

Tengo una pequeña charla con David hasta que don Alfredo aparece en la cocina, se le nota cansado, algo pálido, pero todavía lucha por dar unos cuantos pasos y demostrarle a su enfermedad que no lo verá tan fácil postrado en una cama.

Antes de que pueda decir algo, él levanta la mano en señal que lo deje hablar

― Quiero hablar con ustedes ― Murmura ―. Vayamos a la sala, por favor

Sin decir nada, David y yo nos levantamos y lo ayudamos a llegar a la sala. Estando sentados en el sofá un silencio nos inunda, por alguna extraña razón me encuentro algo nerviosa, miro de reojo a la persona que está a mi lado y él está igual o tal vez peor que yo

― Abuelo... ¿Podrías empezar hablar ya? Me pones nervioso ― Dice su nieto, luego de unos minutos

― El guardar secretos en la mayoría de veces no está bien, no cuando esos mismos puede causar grandes cambios en el presente ― Empieza y mi cuerpo se tensa ―. Sí, algunos se guardan para no dañar o porque simplemente no tiene caso que se revelen, pero recuerden que todo sale a la luz. Todo ― Hace énfasis en la última palabra y trago seco ―. Muchachos, se los digo por experiencia propia: No guarden secretos de los cuales después se vayan arrepentir cuando se den a conocer ante los demás. Si pueden; revélelos en el momento necesario, no cuando no tengan ninguna otra opción ― Frunzo el ceño ante sus palabras, creo que eso va más para su nieto que para mí o eso creo ―. Otra cosa; no sé cierren a lo que sienten, a los sentimientos que llegan a surgir desde lo más profundo de su ser, tampoco se sientan culpables por las cosas que sucedieron porque al fin y acabo dejan una marca que te hará pensar, reflexionar, reaccionar. Siempre lo he dicho: todo en esta vida pasa por algo, si Dios lo permitió fue por algo, porque tiene un propósito. ¿Cuál? No sé, pero con el pasar del tiempo lo entenderán.

Nos quedamos en silencio de nuevo, ahora sí que sus palabras las sentí para mí, pero... es una locura porque no sabe nada mí, de lo que oculto, de lo que sucedió entre Gael y yo.

Miro de reojo a David quien se encuentra pensativo, demasiado diría yo.

― Hacer las cosas bien... ― murmura

― La vida no es muy entendible, ¿no creen? ― Posan su mirada en mí

― También es injusta ― Siento un pinchazo en el pecho ―, una porquería realmente.

― Te equivocas ― Vuelve hablar don Alfredo ―. La vida no es ninguna porquería, al contrario; es una maravilla. Vivir y disfrutar es una dicha grandísima brindada por Dios. Ya que no sepas como sobrevivir a ciertos malos momentos es otra cosa, así que no me vengas con esa estupidez, David.

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