Capítulo 20

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Gael

Frunzo el ceño al ver un auto estacionado al frente de la casa del abuelo, no es ningún auto que reconozca y eso me hace quedar más confuso. Aunque... podría ser el auto nuevo de alguno de la familia ya que se suponía que el tío Fabian iba a cambiar el suyo por otro, pero es imposible porque él se quedó en el despacho.

El día de hoy ha sido algo cansado, pero no podía faltar por dos razones: por querer entender las palabras del abuelo y porque ya me había comprometido en venir. Durante la noche no pude dormir casi nada, le estuve dando vueltas a sus palabras, a lo sucedido, a los recuerdos que invadieron mi cabeza, me enfoqué tanto en todo eso que casi decidí no ir a trabajar hoy.

Toco el timbre y basta unos segundos para que Sheila me abra la puerta, su manera de vestir me da a entender de qué va a salir, pero una parte de mí se burla de mi pensamiento porque eso no es posible; ella no puede irse y dejar solo al abuelo.

― Buenas tardes ― Saludo, con seriedad

― Buenas tardes ― Dice, volteándose y yéndose a la sala

Cierro la puerta antes de seguirla, entre más pasos doy; más claras son las voces que escucho. Una es conocida y la otra no. Se quien sea la otra persona, parece que ha estado manteniendo una agradable plática.

Tenso la mandíbula cuando reconozco a la persona, es el mismo imbécil de la noche aquella, aquel que se atrevió a besar a Sheila.

― ¿Qué hace este... hombre aquí? ― Pregunto, sintiendo como poco a poco se me va la paciencia

Ambos posan su mirada en mí.

― Este muchacho, es amigo de Sheila y vino a llevarla a dar un paseo ― Responde el abuelo con tranquilidad ―. Dereck, te presento a mi nieto Gael.

El tal Dereck se pone de pie y me extiende la mano

― Es agradable conocerlo ― Miro su mano, pero no la tomo

― No puedo decir lo mismo ― Espeto. Miro a Sheila que se encuentra de pie mirándonos fijamente ―. Señorita Evans, ¿con qué permiso usted dejó entrar a su... amigo aquí? Le recuerdo que usted no puede salir como si no tuviese una responsabilidad, le pago para que esté las 24 horas al día con el abuelo; no para que...

― Basta, Gael ― Me interrumpen ―. Yo le pedí a Sheila que llamase a su amigo. Yo le permití que él entrara a mi casa. Y yo le estoy dando la autorización de que se vaya a distraer ― Mira a Dereck ―. Muchacho, ya te la puedes llevar. No se preocupen por la hora, Gael puede cuidar de mí mientras esta linda jovencita no esté.

― Don Alfredo, no...

Alza la mano en señal de que no continúe.

― Vete tranquila. Disfruta de lo que vaya a pasar.

― Bueno, nos retiramos entonces — Dice, el imbécil ese.

― Gracias... ― susurra ella

Cierro la mano con fuerza al ver como Dereck toma la mano de Sheila y ella no hace absolutamente nada. Me dan ganas de golpearlo, de dejarle claro que no debe de tocarla, que no es suya, que es

Carajo.

Respiro hondo tratando de calmarme, no quiero que el abuelo sospeche nada, no tiene porqué enterarse de que la presencia de ese idiota me ha puesto de mal humor.

― Toma asiento, Gael ― Ordena y lo hago ―. De seguro te la pasaste todo el día preguntándote el por qué quería hablar contigo, así que seré directo: ¿Por qué sigues ocultando lo que tuviste con Sheila? ¿Por qué jamás mencionaste que ya estuviste casado?

InmarcesibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora