Capítulo 7

25 9 9
                                    

Gael

Al encontrarme dentro del hospital me acerco rápidamente a la chica de la recepción, pero antes de poder exigirle alguna información sobre mi abuelo; Sheila aparece.

— ¿Cómo está?

— ¿Es grave lo que tiene?

Mis primas hacen sus preguntas al mismo tiempo.

— Chicas, calma. Déjenla respirar — Pide mi padre

Luego de la llamada, mis primas, mi padre, la tía Roxana y el tío Fabian no tardaron en acompañarme. Los demás se quedaron en casa junto con mi madre que hizo el comentario de que era de mala educación dejar a los invitados solos.

— Don Alfredo ya está estable, pero por el momento no puede recibir visitas. El doctor Gómez me informó que le harán algunos estudios y lo tendrán por tres días aquí — Respira hondo. Esa no es buena señal, siempre que ella hacía eso era porque algo andaba mal y no sabe cómo decirlo —. Yo les sugiero que estén preparados para lo que venga, hay unas señales que indican algo grave, pero no podemos confirmar nada hasta que los resultados estén listos.

Frunzo el ceño.

— ¿Exactamente qué indican? — Pregunto y me mira

— No quiero adelantarme, así que mejor esperen a que el doctor venga a hablar con ustedes — Responde —. Si pasa alguna novedad vendré de inmediato, con su permiso.

Me da una última mirada y se marcha.

Todos toman asiento en las sillas de la sala de espera mientras yo me mantengo en mi lugar, pensando en todo lo que está sucediendo.

Nos quedamos en aquella sala esperando a que vengan con nuevas noticias, por unos minutos me quedo mirando a los hijos de mi abuelo quienes ahora están preocupados, pero ya luego harán que no lo conocen. Nunca se toman el tiempo de visitarlo, de llamarlo -esto lo digo por la tía Roxana que vive en otra ciudad- y si lo hacen es porque tienen alguna queja.

Solo una vez en toda mi vida vi que compartieron todo un día con él, pero eso fue cuando mi abuela aún estaba con vida y justo el día de su cumpleaños. Esa fue la primera y última vez que los vi reunidos como una pequeña familia de verdad, sólo fueron ellos y claro; nosotros sus nietos también estuvimos presente.

Pasa dos horas aproximadamente cuando Paola me entrega un café para relajarme, nadie se ha movido de su lugar, nadie ha dicho algo sobre lo sucedido, solo nos mantenemos en silencio con mil pensamientos encima. Aaron y David no llegan en ningún momento, cosa que no me sorprende ya que, aunque el abuelo nos quiere a todos por igual, los más alejados son esos dos. Nunca se han interesado por su salud, decisiones, por absolutamente nada. Recuerdo que les tuve poner un alto con ayuda de Paola porque ambos abusaban de su cariño, pedían miles de cosas -porque sabían que él se los daría sin decir un no- y luego lo trataban mal.

Algo despreciable.

Cierro mis ojos por unos segundos, mi cuerpo se siente cansado y solo deseo saber el maldito resultado de esos estudios. Además, me marea el lugar, odio los hospitales, me traen recuerdos desagradables y realmente no veo la hora de salir aquí. Están tardando tanto que mi paciencia se está yendo a la mierda, ni el doctor, ni Sheila vuelve aparecer y eso me frustra más.

¿Por qué carajos tardan tanto?

Las chicas murmuran algo con desespero, no dudo que estén peor que yo con todo esto, sé lo mucho que quieren y aprecian al abuelo, es como un segundo padre para nosotros, es el único que nos ha puesto un poco más de atención. Puede que mis tíos apoyen y quieran a Violeta, pero eso no los salva de ser unos padres ausentes.

InmarcesibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora