Capítulo 2

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Sheila

Llego a casa agotada, camino hacia la sala y dejo caer mi cuerpo sobre el sofá. Dejo todo a un lado, cierro mis ojos y esos malditos ojos verdes vuelven aparecer en mi mente. 

Aunque pude concentrarme en mis deberes, en los momentos libres era imposible no recordarlo. Físicamente sigue igual, o tal vez mejor que cuando lo conocí, pero su manera de hablarme me dio a saber que volvió a ser el mismo cabrón de antes. 

Sus ojos no me transmitieron aquel brillo el cual llegó a tener, solo me mostraron las mil maneras de querer deshacerse de mí. 

‹‹Mis ojos siempre transmitirán lo que siento o quiero de ti, cariño.››

Vuelvo a sentir esa presión en el pecho, dejo de recordar sus palabras, nuestro pasado, y me pongo de pie para ir a mi habitación. 

― Sabía que ya habías llegado. 

Vuelvo a ver a la dueña de esa voz 

― Hola, Fany ― La saludo ―. ¿No deberías de estar en la universidad? 

― Sí, pero mi primera clase fue cancelada ― Se acerca a mí y me obliga a tomar asiento de nuevo ―. ¿Qué tal el trabajo?

― Bien, todo fue… igual ― Respondo y bajo la mirada 

― Algo me dice que no fue así, ¿qué pasó? 

Respiro hondo y levanto la mirada ― Está aquí, Fany. Después de seis años lo volví a ver y no sabes las ganas que tuve de salir corriendo.

Mi mejor amiga se queda callada por unos minutos. 

― Lo mato ― murmura y frunzo el ceño ―. ¡Lo voy a matar! Lo juro. 

― ¿Estás loca? 

― Sí ― Se levanta ―. No sabes las ansías que tenía que algún día llegaras a decirme esto. He esperado tanto para romperle la cara por haberte hecho tanto daño. 

― No tiene caso. Es pasado ― Muerdo el interior de mi mejilla y pienso si es buena idea contarle la otra novedad ―. Hay algo más, pero primero necesito que te sientes.

Confundida hace lo que le pido ― Termina de contarme. 

― Me volvieron a tomar en cuenta para cuidar de un paciente adulto mayor. Justo de don Alfredo, el señor del cual te he comentado. Sus hijos no tienen tiempo para cuidarlo, así que acepté la responsabilidad y pues… tengo que ir vivir a su casa porque tengo que estar pendiente de él todo el tiempo.

― ¡Eso está super bien! Ya era hora que te dejaran de ignorar ― Sonríe ―. Me alegro mucho por ti, aunque… te voy a extrañar. 

Y aquí va el golpe... 

― Don Alfredo resultó ser el abuelo de Gael ― suelto y su sonrisa se borra ―. Cuando supe su apellido después que ingresó, lo tomé con calma porque no son los únicos que lo utilizan. Pero ayer por la noche, al él aparecer, mis sospechas fueron confirmadas. 

― No lo puedo creer ― Murmura con cierta molestia ― ¿Y así te irás? 

Afirmo.

― No voy a mezclar lo personal con lo laboral. Además, no está en mis planes cometer otro error.

― Tienes razón, pero… ¿Estás preparada para todo lo que viene? ¿Cómo fue ese reencuentro? 

Me quedo en silencio por un instante, mi mente viaja a ese momento que no pensé que llegaría. 

― No lo estoy, y fue horrible. Todos los recuerdos invadieron mi cabeza y mirar sus ojos fue lo peor. 

Cierro mis ojos cuando siento los brazos de Fany rodearme. Trato de no soltar una lágrima más, ese horrible dolor se vuelve apoderar de mí, me molesto conmigo misma por sentirme tan débil ante los recuerdos. 

InmarcesibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora