Capítulo quince.

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IMPORTANTE AVISO AL FINAL.

Cuando llego a la habitación del hotel sólo tengo ganas de llorar. Tiro las llaves del coche de alquiler en el escritorio y me lanzo sobre la cama, boca abajo.

Lo más extraño es que ni una sóla lágrima se escapa de entre mis párpados.

Decido que lo mejor será darme un baño de de burbujas y agua caliente; eso me relajará.

Mientras espero a que la bañera se llene del todo, me siento sobre la taza del retrete y me miro en el espejo. Mi rostro sigue tan perfecto como siempre: una piel blanca, lisa y sin una sola impureza. Y sin embargo, por dentro, estoy completamente agrietada, rota.

Hace una media hora que vi a Sebastian marcharse por aquel pasillo. Mi corazón temía que aquellas hubiesen sido sus últimas palabras dirigidas a mí.

Por una parte sabía que tenía razón. Yo estaba sintiendo algo por él, y él por mí. Y le había obligado a alejarse de mí sin motivo alguno, por cuestiones egoístas... como dijo él, al fin y al cabo, soy una maldita egoísta.

Pero, por otro lado, no tenía derecho a hablarme así. Yo acababa de perder a mi hermano... y...

Estoy tan confundida que no sé si la que tiene la razón soy yo o estoy equivocada y la tiene él.

Cuando la bañera se llena hasta arriba, me desnudo y me meto bajo las burbujas. Me paso los dedos por el pelo al son de Maroon 5, al que he puesto a tope con el altavoz de mi teléfono móvil. Aguanto unos segundos la respiración bajo el agua y, acto seguido, salgo a la superficie para alargar el brazo hasta el champú y lavarme el pelo.

Pasan unos veinte minutos y más de la mitad del disco de Maroon 5 que tengo descargado hasta que decido salir. Enrollo alrededor de mi cabeza una toalla y me visto con unos vaqueros largos, una camiseta blanca y una sudadera de Oxford que compré en el aeropuerto de Heathrow.

Examino mi reflejo. Mi aspecto sigue tan perfecto y pulcro como antes, y mi interior tan destrozado como minutos atrás.

Salgo del baño, quitándome la toalla de la cabeza y secando el pelo lentamente cuando, abro los ojos, y mi vista se nubla durante unos segundos.

Toda la habitación está patas arriba.

Mi maleta deshecha y la ropa tirada por los suelos, las cortinas rajadas, los cojines rotos y la sábanas cortadas. Los cuadros de las paredes están ahora sobre la moqueta verde, y la televisión está encendida, en la CNN.

No puedo evitar mirar a la reportera que informa desde el lugar de un accidente. Detrás de ella se extiende todo un caos de gente corriendo y gritando.

-¡Así es, Londres! Ha habido un tiroteo en el CheapSide que no ha afectado sólo a los portadores de las armas de fuego y a las víctimas. Se calcula que han muerto 12 transeúntes. La policía está al llegar, pero esta zona de la capital es un completo desastre...

Tiro la toalla al suelo y agarro el teléfono, unas zapatillas de deporte que me pongo en tres segundos y las llaves del coche de alquiler para salir pitando. Pero justo entonces, veo una nota al lado del llavero.

"No creas que esta vez vas a huir, Svetlana."

Todo mi cuerpo se estremece al leer mi segundo nombre. Sólo una persona me llama así: y ese es Lucas Vaccani.

Está aquí. Seguramente ha estado en mi habitación y es muy posible que aún se encuentre dentro del hotel.

Me meto la nota en el bolsillo trasero del pantalón y, tras agarrar la tarjeta, salgo corriendo por el pasillo.

Diario de una espía©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora