Mi mirada se dirige a la mesa donde están Sam y Sabrina, que me observan de reojo mientras simulan una falsa conversación.
En defensa de Lucas, he de decir que el restaurante no está nada, pero que nada mal. Nos han puesto una buena mesa, justo al lado de un enorme ventanal que muestra la playa y el paseo marítimo a la luz de las estrellas (y farolas, claro.)
-Bueno, Natalia, háblame sobre ti -Lucas, como el resto de la noche, me sacó de mis ensoñaciones y tuve que hacer inventario de mis vidas falsas para inventarme a Natalia Sánchez, una española coherente.
-Estudié aquí, en Cataluña, y ahora trabajo en Madrid en una joven empresa de... desarrollo industrial. Soy... relaciones públicas, ya sabes -como por su fría y azul mirada no puedo descifrar sus pensamientos, decido rápidamente pasarle la pelota. Espero que no se note mi nerviosismo. -Te toca
¡¿TE TOCA?! ¿En serio? Pero, ¡¿qué clase de espía soy?!
He perdido toda mi frialdad.
-Interesante. Ya que lo preguntas, soy dueño de una empresa internacional e independiente que produce...
Mi mente ha dejado de escucharle. Ahora miro por el cristal de la ventana, sólo para asegurarme de que Sebastian está ahí fuera. Escuchando nuestra conversación.
Veo su coche negro como la noche, aparcado en segunda fila. Él está dentro, observándome fijamente, y con unos auriculares puestos. Está escuchando todo lo que Lucas dice, y cuando se da cuenta de que mi mirada está posada en él, esboza una sonrisa. Pero no con los labios, sino con los ojos.
Parece que hemos aprendido a comunicarnos sin falta de palabras.
¡Espabila, Natasha! Mente fría de espía rusa.
-¡Vaya! Esta sopa está buenísima -exclamo, tomando a sorbos de cuchara el caldo rojo. Es un poco espeso. Lucas suelta una carcajada y dejo de mirar mi comida, para poner una mueca de desconcierto. ¿Tan graciosa soy?
-No es sopa. Es gazpacho. Está hecho de tomate -miro por la ventana de nuevo, y Sebastian también se está riendo de mí. Imbéciles.
-Oh. Lucas, voy al aseo, ahora mismo vuelvo -y como un auténtico caballero, se levanta cuando yo lo hago, y no quita la vista de encima de mi trasero hasta que lo ve desaparecer.
Una vez que paso al lado de Sabrina, ella se levanta muy discreta, y vamos al baño las dos juntas, como si de verdad fuésemos desconocidas. Paso el pestillo, una mano por el pelo, y empiezo a histerizarme.
-¡Esto es muy raro! Sabrina, no me fío.
-Nat, por favor, sólo tienes que aguantar hasta el café. Te tomas uno o dos después de la cena, y vas al hotel, ¿de acuerdo?
-No me convence...
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Ya es el segundo café que me tomo en una cafetería del centro. Lucas se ha pedido dos cubatas, y sospecho que tendré que conducir yo. Por suerte, aún no está lo suficientemente afectado como para no poder hablar de manera razonable.
Después de volver del baño, la cena no fue tan aburrida. Nos pusimos a hablar de la familia de Lucas en Andalucía, de las múltiples bodas de su hermano Efraín (que se casó ocho veces y tiene treinta y nueve años), y de mi familia Madrileña.
-Pues mis padres trabajan todo el día, ya sabes. Una cardióloga y el otro juez. En fin, que casi no tuvieron tiempo de cuidarme. Pero no pasa nada, porque yo me quedaba con la prima Lucía, que era muy coñera, ¿sabes? -Lucas sonríe cuando le cuento mi historia, y escucha, y la desconfianza desaparece como por arte de magia mientras caminamos calle abajo. Los adoquines del suelo son como unos obstáculos cuando llevas tacones de quince centímetros Louboutin, así que, Lucas pasa un brazo por mi cintura rápidamente cuando tropiezo.
-Parece que la que has bebido fueras tú - comenta, y soltamos unas risotadas tan fuertes, que cuando pasamos al lado de la carretera y del coche negro, Sebastian me mira desde dentro con el semblante completa y gélidamente serio. Le devuelvo la misma mirada por unos segundos, y después, vuelvo a centrar mi atención en Lucas.
No sé por qué, Sebastian ha pasado a ocupar mi mente casi las veinticuatro horas del día. Y no entiendo el porqué de eso. En fin, me saca de quicio, y ojalá me hubiesen asignado otro caso, u otro compañero. Pero no, me tuvieron que poner con SeñorSoyPerfectoYMeEnrolloconmediapoblaciónfemeninamundial.
-Eres muy divertida -dice. Río de nuevo, y caminamos hacia la Plaza de Cataluña, repleta de terrazas con mucha gente joven. Paseamos tranquilamente, como dos amigos.
-No, no tanto.
-Sí, lo eres, ¿y en serio no tienes pareja?
-Pues...
Y después lo veo.
-¡NO! -el grito sale de mi fuero interno, con todas mis fuerzas. Mis pies empiezan a correr, olvidando los tacones de quince centímetros que calzo.
-¡Natalia! ¡Espera!
Los gritos de Lucas no me detienen de mi destino. Horrorizada, chillo cuando llego al coche. Sam y Sabrina aparecen de la nada y abren la puerta del piloto, en cuyo cristal hay un agujero perfecto.
La camisa de Sebastian está teñida de sangre.
-¡Sebastian! -le abro los botones de la camisa y busco el origen de la sangre, donde la bala ha impactado. Lo veo en uno de los costados, el izquierdo, entre las costillas.
-Oh, Dios mío. Llamaré a una ambulancia -dice Lucas, que se ha quedado blanco. Sabrina está vomitando y Sam alterna entre ayudar a Sabrina y mirarme a mí.
-¡Sebastian! ¡Mírame! -hace un esfuerzo por enfocar los ojos. Está fuera de sí. Su rostro se ha vuelto un manto blanco, como un fantasma, y le cuesta respirar. Empieza a toser descontroladamente. -¿Sabes desde dónde te han disparado? -no contesta, sigue tosiendo. Cuando me doy cuenta, estoy llorando.
Lágrimas que caen por mis mejillas, en el pecho y cara de Sebastian. Me arden los párpados, y tengo ganas de volver atrás para no haber mirado así a Sebastian. Me siento culpable por haberlo dejado solo en el coche, y por pensar que quería otro compañero. No quiero otro. Él es el mejor compañero que he tenido, y no quiero.
No quiero que se muera.
No quiero que me deje.
No os enfadeis porque sea tan corto. Es que es un cap entero, pero lo he partido en dos para manteneros en tensión jejejeje. Bueno chicas, ya sabéis, coments, quiero que me digáis lo que pensáis de Nat, Lucas y... SEBASTIAN, AAAAAHAHAHAHAHA.
OS QUIERO.
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Diario de una espía©
ActionTODOS LOS DERECHOS DE COPYRIGHT RESERVADOS© OBRA REGISTRADA EN SAFECREATIVE. Natasha Eristoff trabaja para el servicio secreto ruso desde que tiene uso de razón. Es rápida, es lista, es letal. Pero tiene un pequeño fallo: su ego es del tamaño de Kre...