Capítulo diecisiete.

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Ahora sí que estoy bien jodida.

No puedo evitar poner una auténtica cara de estupefacción al oír hablar a Francesco, que lo hace como si se hubiese tragado todo el helio de un globo aerostático.

Mierda.

Me alejo un poco del montón de gente y, una vez segura de que nadie me escucha, pulso el botón del pinganillo de mi oreja para que Sebastian me escuche.

Contesta de inmediato.

-¿Ya estás ahí? -pregunta, con su voz grave- ¿Todo en orden?

-Oh, por supuesto; todo en un absoluto y perfecto orden. Sólo que al maldito equipo de Paul se les olvidó decir que a Francesco le van los pajaritos.

Al otro lado hubo un silencio sepulcral.

Maldita sea, Sebastian. No me abandones ahora.

-No me jodas.

-¿Eso es lo único que tienes que decir?

Intento buscar a parte cómica de la situación, pero, desgraciadamente, no tiene. Y al parecer, Sebastian, al otro lado de la línea tampoco la encuentra, porque empieza a resoplar.

-Mierda, mierda, mierda. Nos estamos acercando al Claridge's.

-Bueno, pues puedes ir abortando la misión porque está claro que no voy a seducirle a no ser que me nazca un pene de repente.

-¿Natasha? -es la voz de Paul, hablando desde su posición; un coche distinto al de Sebastian.

-¡Paul! ¿Lo has escuchado? -pregunto, esperanzada de que cancele el plan y no me haga pasar por el bochornoso proceso de intentar ligar con un gay.

-Sí, Natasha.

-¿Y bien? ¿Por qué no estás dando ya la orden de abortar con todo esto?

Más silencio por ambos lados. La desesperación empieza a hacer mella en mi cerebro.

-Porque no puedo cancelarlo. Hay que seguir adelante.

Casi se me cae la mandíbula al suelo, y de ahí, hasta la estación de metro bajo mis pies.

Está bromeando. Tiene que estar bromeando. No pretende de verdad que intente zorrear con Francesco, ¿no? Maldita sea, ¡hasta Natasha Eristoff tiene sus limitaciones! Ni siquiera haciendo un top-less aquí en medio me iba a hacer caso.

Mierda.

-Estupendo, simplemente genial..., ¿y por qué -pregunto yo, en un arranque de inteligencia absoluta- intenta Sebastian ligar con Francesco?

-¡NI DE COÑA! -Chilla el aludido. No puedo evitar soltar una carcajada en bajito.

-Natasha, por favor...

-De acuerdo, de acuerdo. Sigamos adelante. Os informaré si hay novedades- pulso de nuevo para apagar el pinganillo, me ajusto bien el vestido de manera que los pechos quedan aún más apretados (veamos si es posible cambiarlo de acera) y me dirijo con paso decidido y firme hacia dónde se encuentra el señor Donatello, apoyado sobre la barra, comiéndose con los ojos al camarero. -Una Bud, por favor -pido al camarero, ganándome la atención de Francesco por quitarle a su atracción y esbozo una sonrisa radiante en su dirección. -Hola. Olivia Parks. No hemos tenido el placer de conocernos antes.

Francesco sonrió también, con un aire de galán italiano.

-Soy Francesco -respondió él, amablemente.

Un rayo de esperanza iluminó la estancia. Si es bisexual, ¡aún tengo posibilidades!

Natasha 1 - Destino 0.

Diario de una espía©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora