Capítulo once.

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Es raro, e incluso cómico, como tu vida puede dar un giro de ciento ochenta grados en tan poco tiempo.

Como cuando crees estar más viva que nunca, y en realidad estás tan cerca de la muerte que crees que puedes tocarla con las yemas de tus dedos.

Es raro como los ojos de aquél de quien yo estaba enamorada brillan en la penumbra de la habitación, reflejándome en ellos del mismo modo que minutos, días, semanas antes. Pero esta vez hay una pistola de por medio.

-No te atrevas a dispararle -Adrien da un paso adelante, pero lo hago retroceder.

-No me retes, Kolarov.

bes que soy perfectamente capaz de mataros a los dos ahora y deshacerme de vuestros cuerpos sin que nadie os eche en falta -responde Lucas, con un deje de diversión en su tono gélido. Se acerca a mí, y me examina detenidamente. -Sería una pena tener que matarte, Svetlana Eristoff, no se ve una rusa tan guapa como tú muy a menudo -acerca sus dedos y engancha en ellos un mechón de pelo que tenía por la frente. Le aparto de un manotazo rápido.

-Me llamo Natasha -de repente, mi colgante cobra fuerza y parece que me pesa a horrores y que quiere hundirme el cuello. Lucas, que aún tiene esa mueca de horror que se le instaló cuando le aparté la mano, no se mueve del sitio. -Y no me toques, das auténtico asco.

Eso es la gota que colma su vaso.

Su mano impacta con fuerza en mi mejilla, y es como el inicio del proceso de una bomba de relojería. Su golpe es tan fuerte que me hace retroceder y caer al suelo por un tropiezo. Cuando abro los ojos, mi hermano sostiene una pistola en alto apuntando a Lucas, el cual también está apuntando a mi hermano.

No hay rastro de Sebastian.

-Adrien, tira la pistola al suelo -le digo, lo más calmada que puedo sonar. Ambos me miran con estupefacción, pero yo rezo mentalmente porque haga lo que le digo. Eso podría darnos unos segundos de ventaja si despistamos a Lucas.

-Kolarov, ¿es que acaso pudo tocarte una hermanastra más estúpida? -Adrien vuelve a mirarle y por un momento, temo que apriete el gatillo.

<<Es necesario mantenerlo con vida, Adrien, no dispares...>>

Cómo si la telepatía funcionase, mi hermano relaja el dedo de nuevo, y se miran tensos, unos segundos. Mi mente se pone a trabajar lo más rápido que puede, y cuando me fijo en el emblema que lleva bordado Lucas en la chaqueta, caigo.

Él es la Alianza.

Como si me acabasen de tirar un cubo de agua hirviendo, abro mucho los ojos.

¿Cómo no pude caer antes? ¡Por eso Sabrina no me había llamado en toda la semana! Él se había encargado de que no nos pudiésemos comunicar. Y seguro que también está relacionado con Belikov, por eso se encargó de que alguien le diese la orden a Erik de quitarme la misión.

Aunque eso significa que Erik tampoco está a salvo. Puede que le estén torturando ahora mismo.

-Adrien, tira la maldita pistola. Hagámosles caso... -le digo.

Mi hermano me mira de reojo un segundo, el cual aprovecho para hacerle un gesto afirmativo con la cabeza. Él lo capta a la perfección, y después, vuelve a posar la mirada en Lucas, como si no pasara nada.

-Eso, no os haremos nada...

La pistola cae de la mano de Adrien. Esos segundos pasan muy lentos en mi cerebro. En el momento perfecto, y cuando veo que Lucas va a apretar el gatillo, levanto una de mis piernas para darle una patada a la pistola de Adrien y empujarle al suelo con la otra. La pistola de mi hermano golpea la mano de Lucas, que deja caer la suya.

Diario de una espía©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora