Capítulo dieciséis.

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Incluso antes de abrir los ojos, sé que Sebastian está mirándome.

Intento retener un poco el sueño, pero me he despertado por completo, y la luz que se cuela por entre las cortinas hace presión en mis párpados para que los abra. Primero abro un ojo, lentamente, y luego el otro, para, efectivamente, encontrarme a un Sebastian mirándome, con cara de tonto.

Esbozo una sonrisa.

-Buenos días -digo. Él me acaricia la mejilla con suavidad.

Una suavidad que, meses antes, no habría esperado de un hombre como Sebastian Black.

-Buenos días -hace una pausa, para mirar la hora que marca su reloj de mesa, y luego vuelve a su posición anterior, de modo que quedamos frente con frente. -Me gusta ver cómo duermes.

-¿Ah, sí? -alzo ambas cejas- Bueno, no te culpo. A quién no le guste verme, independientemente de la hora del día que sea o de lo que esté haciendo, es que tiene una especie de fallo neuronal.

Sebastian suelta una carcajada, que me hace sonreír como una tonta a mí también. Acto seguido, me levanto de la cama y me desperezo, mirándome en el espejo que tiene encima de su cómoda. La verdad es que tengo un aspecto extremadamente fabuloso para ser las seis de la mañana (he mirado el reloj al mismo tiempo que Sebastian sin que él se diese cuenta - truquitos de espía).

Camino hacia lo que deduzco que es el baño del loft, aunque ayer no entré, y cierro con pestillo. Una vez dentro, apoyo la espalda contra la puerta cerrada y me dejo caer lentamente, hasta quedar sentada en el suelo.

Miro al vacío.

¿Qué se supone que voy a hacer para salvar Reino Unido? ¿Actuar? ¿Hacerme pasar por una puta rusa que quiere acostarse con uno de los hombres del terrorista y traficante italiano? No, ese no es mi método. Me parece una manera sucia y muy vulgar. Tiene que haber otro modo, otra salida, otro camino...

Pero, por otro lado, haciendo lo que me dijeron Paul y Erick, conseguiría infiltrarme de lleno en el círculo más cercano a Lucas en el momento justo. Y no sólo eso, conseguiría distracción, que es lo que necesitamos.

Viéndolo desde esa perspectiva, no es un mal plan.

Repasemos:

1.- Sentarme al lado de Francesco Donatello, el amigo de Lucas, en un bar en el que sabemos que estará (Paul y su equipo lo han seguido para saber sus itinerarios y horarios.)

2.- Ligar con él.

3.- Invitarle a una copa.

4.- Emborracharle y llevarle hasta el baño de mujeres, dónde le sacaré toda la información que necesito. Una vez hecho eso, le drogo y listo.

Y gracias a ese complicado plan, conseguiremos el tiempo que Lucas pierda llamándole (Francesco no contestará; estará inconsciente), y mientras tanto, Black y unos cuantos hombres más de refuerzo estarán yendo para el Claridge's, para atrapar a ese cabrón.

Y salvar a Adrien.

Esbozo una sonrisa al pensar en mi hermano. Ahora tengo más esperanzas de que aún eté vivo, por no decir que en mi cerebro sólo cabe ese pensamiento. Y, si él está vivo, aún hay posibilidades de que Belikov también.

-¿Natasha? -Sebastian llama a la puerta del baño con los nudillos. Yo me apresuro a levantarme y me sacudo la parte trasera de los pantalones para abrir la puerta.

Él ya está vestido, con unos pantalones negros, una camisa blanca y una americana por encima. Maldita sea, está demasiado bueno. Miro mi indumentaria: unas bragas y una camiseta que me queda demasiado corta.

Diario de una espía©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora