Fiesta

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Me desperté hoy por la mañana con mucho entusiasmo, ya habíamos planeado la fiesta. El único problema era que iba a ser por la noche y las horas que faltaban me iban a resultar eternas. Después de desayunar me dirigí a mi trabajo de tiempo parcial, nada interesante, ya que trabajo como dependiente en una tienda y tengo a un jefe de lo más hijo de puta, que siempre logra sacarme de mis casillas. Todos los días es lo mismo, criticándome por mi aspecto freaky, ya que según él: los varones que se dejan el pelo largo y que se ponen piercing, son unos auténticos mariconazos. No hay nada más que me haga hervir la sangre que esos comentarios. En mis horas libres que paso en la cafetería, casi siempre estoy pensando en la forma de romperle la cara de un puñetazo a ese patán, pero no me atrevo a dar el paso, por miedo a perder mi empleo. Cuando entré por la puerta, allí estaba el odioso, sentado detrás del mostrador viendo las noticias de la TV.

-Buenos días Freaky. -Dijo mirándome de arriba a bajo como siempre hace.

Buenos días señor. -Respondí yo hipócritamente.

-Espero que hoy no te la des de vago, como todos los días. -Dijo mostrando su sonrisa amarillenta producto del café y el cigarro.

-Sí señor. -Respondí con la esperanza de que se largara a la cocina y me dejara sólo en el salón.

Para mi alivio, al final levantó su mantecoso cuerpo de la silla y se retiró a la cocina. Mientras me disponía a barrer los restos de ceniza que mi jefe había dejado en mi área de trabajo "accidentalmente", escuché la noticia del televisor. Hablaba del reciente descubrimiento de un cadáver descuartizado, casi en su totalidad, por lo que era imposible reconocer los rasgos faciales del individuo. Con este ya eran 4, según el detective que atendía el caso, se trataba claramente que era obra de un asesino en serie. El anuncio terminó diciendo que las personas que vivían solas, extremaran las medidas de seguridad. Al finalizar, apagué el televisor con un leve escalofrío recorriéndome la espalda, y me puse a terminar con mis tareas diarias. El resto de mi día laboral en resumen fue un auténtico aburrimiento, ya que venían pocos clientes y mi jefe se la pasaba mofándose de que era todo por culpa de mis pintas. Ya en casa, eran las 6:00 pm por lo que me dispuse a preparar la cena y ducharme rápidamente, para el tan esperado evento.

Eran ya las 9:45 pm y estaba nervioso, a cada hora miraba el reloj y me desesperaba tener que esperar tanto tiempo a que vinieran mis camaradas. Hasta que escuché un toque en la puerta, rápidamente me levanté de la silla y fui a abrirla.

-Hola Ryan!!- Gritó Marcos dándome un abrazo.

-Que estupendo apartamento.-Dijo Beatrice entrando.

-Que bueno que tienes tu propio espacio personal.-Dijo Miguel con una botella de alcohol en la mano y acompañado de su novia Stacy.

Después entró Frank y así todos sucesivamente. Lo primero que hicimos fue instalar los equipos de música y pusimos nuestro tipo de música favorita: rock; y nada como un buen tema de Avenged SevenFold para iniciar una fiesta rockera. En ese momento todos dejamos la bebida a un lado y comenzamos a mover nuestra cabellera como unos salvajes, excepto Frank, que sólo se contentó con mirarnos sentado en una silla. Cuando nos mareamos de tanto movimiento, bajamos un poco el ruido de la música y nos sentamos en círculo para jugar a la botellita. Mi reto era fácil: tenía que darle un beso en los labios a Jennie, reto que acepté rápidamente sin dudar, lo que hizo que los demás se rieran y que Jennie se pusiese colorada. Después de que nos aburriésemos de tantos retos y preguntas vergonzosas, decidimos seguir con una batalla de bebedores. Miguel y Marcos eran los combatientes y Mavy la camarera.

-Vamos amoor tú puedes!!-Chillaba Stacy eufórica.

-Ya es la sexta ronda, señores y señoras y nuestros combatientes no parecen ceder terreno. -Decía yo animadamente arriba de una silla mientras una canción de Mago de Oz sonaba a todo volumen.

-Esta es la última ronda, nos hemos quedado sin nada de alcohol. -Decía Mavy apenada.

Entonces sucedió: Marcos tomó la séptima ronda y calló al suelo en el acto, provocando una sonora carcajada de nuestra parte.

-Miguel! Si logras tomarte el próximo trago sin caer, serás proclamado vencedor de la batalla.-Anuncié.

Miguel sin pensárselo se empinó su vaso hasta el final y al terminar viró el vaso en dirección al suelo para demostrar que no quedaba ninguna gota de la bebida. Esto provocó vítores de nuestra parte.

-Victoria, amor eres el mejor!-Gritó Stacy abalanzándose hacia Miguel y dándole un beso en sus labios que lo hizo estremecerse.

-Lo vas a terminar de matar! -Dijo Samuel rompiendo a reír.

-Oigan chicos, qué hacemos ahora que se acabó el alcohol? -Preguntó Mavy.

Todos nos quedamos pensando un minuto, hasta que fue interrumpido por Bruno:

-Qué tal si nos drogamos?

-Qué cosa?-Dijo Frank.

-Miren lo que traigo aquí. -Dijo Bruno sacando de su mochila un sobre con un polvillo blanco.

-Acaso estás loco Bruno! -Gritó Frank.-Es qué quieres que vayamos todos presos?

-Miren, el niñito de mami tiene miedo a doparse. -Dijo Bruno mofándose.

-Yo no quiero saber nada de eso. -Le dijo Frank encogiéndose de hombros.

-Frank, si no quieres entonces no lo pruebes, tú te lo pierdes. -Agregó Beatrice.

-Tú como siempre Frank, en contra de las cosas nuevas. -Dijo Mavy.

-Por eso es que todavía eres virgen. -Le dijo Miguel con su lengua enredada por el alcohol.

-Que sea virgen o no, no te importa cabronazo! -Gritó Frank perdiendo los estribos.

-Cálmense chicos estamos en una fiesta. -Dijo Samuel tratando de aflojar la tensión.

-Sí ya déjenlo. -Sugirió Jennie.

-Señores entonces ya empecemos. -Dije yo cambiando la conversación.

Entonces todos fuimos a la cocina dejando a Marcos tirado en el piso borracho y a Frank sentado en una silla con su celular, probablemente encerrado en sí mismo, como siempre hace cuando se enoja. Pusimos una mesa en el centro de la cocina y con un cuchillo formamos una fina línea del polvo. Cada uno esperó la señal de Bruno con un papelillo finamente doblado y colocado en un orificio de nuestras respectivas narices.

-Ahora! -Gritó Bruno.

De esta forma cada uno aspiró el polvillo, al principio sentí un picor en la fosa nasal, pero al terminar, ya no sentía nada. El mundo a mi alrededor comenzaba a dar mil vueltas, intenté llegar a mi habitación porque sentía un mareo enorme. Me intenté sentar en una silla, pero sólo conseguí terminar en el suelo revolcado, parecía como que mi sentido de la orientación se hubiese perdido para siempre. Allí tirado donde estaba tuve unas alucinaciones fuera de este mundo, en una de ellas sentí que incluso volaba sobre el mar. Pasados unos minutos traté de incorporarme y apoyándome en una pared me dirigí a mi habitación. Al lograr abrir la puerta ví algo que me sorprendió: Beatrice y Mavy se estaban besando, acostadas ambas en mi cama y semidesnudas.

-Qué diablos es esto? -Dije para mí experimentando una erección, pero el efecto de las drogas hizo efecto en mi cuerpo y caí de bruces al suelo.

Amigos hasta la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora