Este capítulo lo narrará Ryan:
Me desperté a mitad de la noche, algo me había perturbado el sueño, lo que no sabía que era. Jennie dormía apaciblemente a mi lado, sus labios carnosos me atraían, así como estaba parecía un ángel. Acerqué mis labios a los suyos y la besé tiernamente. Mas me sorprendí por la frialdad del contacto. Estaba helada. La sacudí tratando de despertarla.
-Jennie, qué te sucede mi amor? Despierta!
Sin resultado.
Mi corazón comenzó a agitarse. Entonces sentí como un líquido empapaba mi pierna.
-Pero qué diantres? -Pensé y retiré la sábana que nos cubría.
No pude evitar vomitar encima de la cama al ver el espectáculo a continuación . Jennie yacía con el vientre abierto y los intestinos sacados, la sangre manchaba una gran parte de la cama.
-Jennie! -Exclamé entre lágrimas.
Me abracé a su cadáver, estaba devastado por dentro.
-Qué más quieres de mí?!-Grité colérico. -Ya te lo has llevado todo!
Me levanté de la cama hecho una furia, resuelto en enfrentarme a cualquier cosa.
-Y si el responsable todavía se encuentra dentro? -Me pregunté.
Tenía que revisar la casa bajo el precio de perder la vida a manos del asesino, aunque de todas formas, eso ya no me preocupaba, mi razón de vivir había sido asesinada. Fui hasta el baño, lentamente abrí la puerta y nada, completamente vacío y a oscuras. Con el corazón a mil, me dirigí a tientas hacia la sala, era el único lugar que faltaba. Encendí el interruptor. Para mi sorpresa, no había nada excepto el cadáver de Frank.
-Aquí no está. Entonces el otro lugar posible para esconderse sería...debajo de la cama!
Corrí a la cocina y agarré un cuchillo, me percaté de antemano que faltaba uno, pero no le di importancia, tenía cosas más importantes que hacer, fui hasta el cuarto y con el arma preparada, me agaché para mirar debajo de la cama. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, debajo del mueble, habían unas ropas negras, una máscara y el cuchillo de la cocina faltante completamente ensangrentado. Saqué los objetos y me los quedé mirando confuso.
-No entiendo. -Me dije. -Cómo llegó esto aquí?
Me levanté y prendí la luz de la habitación. Al hacerse la luz pude contemplar mis ropas, estában completamente manchadas de sangre. Y un mensaje escrito en sangre: La has matado Ryan.
-Dios mío. Qué he hecho? -Dije en voz alta.
Me dejé caer en unas de las esquinas del cuarto. Por más que intentaba recordar, se me hacía imposible, no podía sacar nada en limpio.
-Qué?! Yo la he matado? No puede ser. No tiene sentido. Cómo podría matar a la persona que más amo?Seguramente fue cuando el asesino la mató, que la sangre me salpicó. Pero es demasiada, todo aparenta ser como si yo la hubiese matado. Tal vez el culpable montó todo para engañarme. Sí, es mentira. Ese mensaje es mentira. Soy inocente. Sí, eso es, yo no podría ser el responsable de ese crimen. -Pensé.
Y así, tirado en un rincón de la habitación quedé. Solo. Perdido en mis pensamientos y en una eterna depresión. Todo el tiempo repetía la misma frase: Soy inocente, soy inocente. El tiempo pasaba y yo seguía inmutable, a través de la ventana veía al sol salir y ponerse. No me importaba el hedor que el cadáver de Jennie desprendía, ni mucho menos el dolor de mis piernas entumecidas. Poco a poco me consumía, sentía el hambre y la sed atormentándome, pero las ignoraba. Esperé. Dejaba que mis fluidos salieran de mi cuerpo, llegué a un punto en que ni si quiera me preocupaba en asearme, la pestilencia siempre me acompañaba en todo momento. Esperaba la muerte silenciosamente. Qué sentido tenía seguir viviendo?! Mis ojos ardían por la falta de sueño, pero aun así no los cerraba: él podría venir a por mí. Oía voces en mi cabeza, me llamaban asesino. De esta forma seguí aguantando hasta que finalmente, cansado de todo, cerré los ojos en busca del descanso eterno.
Abrí los ojos para encontrarme dentro de una jaula. Era aquella cárcel hecha de huesos dónde me encontré la primera vez que consumí drogas, pero ahora había algo diferente. Los demonios que anteriormente se dedicaban a mutilar personas, me estában mirando fijamente mientras sonreían con malignidad. Pero lo que más me asustó fue el humano que estaba parado justo en frente de la jaula, dándome la espalda. Su calma entre tanta pesadilla era aterradora. Decidido a descubrir su identidad le grité:
-Oye, tú!!! Quién eres?!
Los demonios comenzaron a reír estrepitosamente. Algo les daba mucha gracia. Entonces la persona de espaldas, lentamente giró su cuerpo para mostrarme su cara.
-Soy tú, Ryan. Gracias por liberarme.
Todo a mi alrededor comenzó a desintegrarse, los demonios, la jaula y finalmente yo.
-Adiós, Ryan. -Escuché decir por última vez.
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Me levanté del suelo. Me costó trabajo al principio reincorporarme, tanto tiempo en la misma posición había dejado mis piernas medio inservibles, por lo que tuve que auxiliarme de una pared. Mis ropas apestaban. Caminé hasta el baño, dejé a un lado la ropa pestilente y una vez desnudo, abrí el grifo de agua dejando que esta limpiara mi cuerpo. Ya limpio, fui hasta el espejo y me quedé mirando unos segundos:
-Lo logré. Estoy libre. -Y lancé una risa psicópata a los aires. -Libre de hacer lo que me plazca!
Fui a la habitación. Me vestí con los negros ropajes y me coloqué la máscara. Antes de irme, devoré un sándwich de carne en el refrigerador y sacié un poco mi sed. Salí del apartamento dejando los cadáveres de la novia de Ryan y de Frank atrás. La policía tardaría en encontrar sus cadáveres, ya que había matado al encargado del alquiler.
-Que divertido fue escucharlo pedir misericordia. -Recordé.
Y la familia de la otra casa no regresaría hasta el próximo mes, por lo que no tenía nada que temer. Busqué el auto que tenía aparcado detrás de la casa del vecino. El dueño del coche, no era otro que el vecino, ahora muerto dentro del refrigerador, él había sido muy generoso en dejarme sus llaves al asesinarlo la noche que lo vi regresar de la casa de su mujer medio borracho. Saqué las llaves de mi bolsillo, abrí la puerta, me senté en el asiento del conductor y pisé el acelerador. Conducí unos minutos mientras recordaba las muertes de mis víctimas.
-Muertos, están todos muertos, todas aquellas personas que mantenían a Ryan cuerdo y lejos de mi alcance, al fin las he eliminado. Que duro fue observarlo todo desde los ojos de mi otra mitad sin poder hacer nada, viendo cómo mi otro yo se divertía con sus amigos. No podía soportar eso, la envidia me carcomía, quería ser un solo individuo, no una segunda parte. Samuel fue el primero. Jejeje. Sentí mariposas en el estómago al cortar su cabeza. Luego fueron los tortolitos; qué pena que su amor no era verdadero después de todo... Stacy estará muy furiosa con Miguel allá donde sea que estén. Y Beatrice, aluciné al pegarle un tiro a esa niña irritable. Mavy fue la siguiente, la chivata, por su audacia de romper mis órdenes hizo que matara a su madre. Después viene Marcos, el pobre, toda su vida gastada en pretender ser algo que no era, tenía que quitarle esa carga. Nuestros padres murieron a causa de Ryan, quería contarles todo, eso me puso muy cabreado. Bruno, mi fiel amigo, tus drogas me ayudaron mucho en lograr el control sobre el cuerpo de Ryan, debilitando su mente y dándome una oportunidad de tomar el control... al principio sólo lograba dominar a Ryan cuando se drogaba, hasta que descubrí cómo hacerlo al estar su mente relajada. Por eso te dejé vivir tanto tiempo, administrándote tu propio veneno, además como me divertí al drogarte y vestirte con la máscara y el traje del asesino para darle un susto a Ryan. Quién hubiese pensado que Frank se rebelase como lo hizo? El pobre murió a manos de su amor no correspondido, quitándome el placer de desquitarme de todas sus majaderías. Y por último tenemos a Jennie...la cariñosa y genial Jennie. Jejejej. Que recuerdos cuando la drogué por primera vez y la monté en el auto para lanzar su cuerpo al río, lástima que Ryan tomó de nuevo el control y la llevó al hospital. Desde ese día la muy tonta quedó perdidamente enamorada de mí. Tu muerte consistió el engranaje resultante de la locura de Ryan. Y esas visiones sobre mí no fueron otra cosa que mis intentos por apoderarme de este cuerpo. Faltó poco para lograr mi cometido cuando experimentamos juntos aquel orgasmo.
Llegué a una construcción hecha de madera, era la casa abandonada donde solía drogarme con Jennie en la secundaria. El lugar donde todo comenzó. Abrí la puerta de madera y Toby saltó a mi encuentro.
-Hola amiguito. -Le acaricié la cabeza.-Descuida, más tarde papi te traerá otro cadáver que comer.
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Amigos hasta la muerte
HorrorRyan un adolescente de 19 años que logra por fin independizarse de su familia y alquilar un apartamento para él solo. Nada puede ser mejor: fiestas con amigos, drogas, mujeres, etc, es lo que le espera, o eso es lo que piensa, porque su vida de juer...