Sucio gusano II

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Eran las 10:30 pm exactamente, hacía rato tenía el oído pegado a la puerta para no perderme ningún ruido. Hasta que al fin escuché a mis padres levantarse de sus asientos y abrir la puerta de su habitación.

-Es ahora. -Pensé. 

Salí de mi habitación a hurtadillas. Cerré la puerta lentamente tratando de hacer el menor ruido posible, y me dirigí a la cocina. Mamá siempre deja las llaves dentro de uno de sus pozuelos de cerámica en la repisa. Metí mi mano en uno de los recipientes y pronto las tuve en mi poder. Fui directamente hacia la puerta, y metí la llave correspondiente. Ya abierta, salí de mi hogar, antes volviendo a pasar el cerrojo claro está, guardé las llaves en mi bolsillo y sacando mi celular me dispuse a mandarle un mensaje a Angie:

Ya estás lista?

Su respuesta no tardó mucho en llegar:

Sí, aquí te espero sentada en uno de los bancos del parque. Pero apúrate que no me gusta esperar.

Este mensaje me hizo casi gritar de la alegría, no sólo había logrado invitar a una chica a salir, sino también ella me correspondía asistiendo a la cita. Parecía que tenía alas en mis pies, porque la emoción me hacía caminar mucho más rápido, y en pocos segundos llegué al sitio del encuentro. La llamé al celular:

-Ya estoy aquí Angie. Dónde estás?

-En el banco que se encuentra junto a la farola.

-Espérame.

Siguiendo sus direcciones pronto di con ella, vestía un vestido negro de una sola pieza, y calzaba unos zapatos del mismo color que su vestimenta. Venía con sus carnosos labios pintados de rojo y tenía el delineador puesto, resaltando sus preciosos ojos verdes.

-Hola. -Le dije, haciendo un gran esfuerzo para disimular mi cansancio.

-Hola Marcos. -Y me miró de arriba a bajo. -No eres como me esperabas. No me enseñaste una foto tuya en la que tenías los ojos azules?

-Rayos. Me había olvidado de ese detalle, tiempo atrás le envié una supuesta foto mía en la que usé el photoshop para cambiar el color de mis ojos. -Pensé.

-Jajajaja, es que cuando te envié la foto estaba usando lentes de contacto azul. -Mentí.

Me miró frunciendo el ceño y dijo:

-Y no se supone que medías un metro con ochenta y cinco? Pues yo te veo de mi tamaño.

-El problema es... -Comencé a decir. -Y ahora qué le digo para convencerla?-Pensé ideando otra mentira.

-Sabes qué? Ya tengo ganas de irme a casa. -Anunció y comenzó a levantarse de su asiento.

-No espera! -Dije y la aguanté por el brazo.

-Suéltame mentiroso! -Gritó haciendo un movimiento brusco para soltarse.

Viendo como la situación comenzaba a írseme de las manos le dije enojado:

-No tenías que reaccionar así.

-Ah no? Y cómo reaccionarías tú si descubrieras que la persona que te invitó a salir es un mentiroso! -Y gritó tan alto esta última palabra, que dos chicas que pasaban, se mofaron de nuestro pequeño show.

-Yo no soy mentiroso... -Dije por lo bajo.

-Lo que eres es un perdedor que dice mentiras para tratar de llamar la atención! -Volvió a gritar.

Sentí como la sangre hervía por mis venas.

-Me voy a mi casa en este instante. No vuelvas a escribirme por el Whatsapp, loser. -Diciendo esto, dio media vuelta y siguió su camino.

Amigos hasta la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora