Capítulo 32.

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Capítulo 32

Me cogió fuertemente de los hombros, ejerciendo demasiada presión y haciéndome daño.  Esto iba a dejar marcas de color púrpura.

- Joder, ¿Qué hacías con Daniel? - Gritó.

Me encogí de hombros, ¿Qué le iba a decir?, ¿Qué estaba conspirando contra los hombres lobo y qué había descubierto su muerte? No gracias.

Me estudió con la mirada y no aflojó su agarre mientras me seguí mirando.

Puse mis manos sobre su torso y le empujé lejos de mí.

- ¿Qué te ha dicho?

Me encogí de hombros y miré a la hierba del jardín.

- Nada, solo estaba preguntando por un trabajo de clase.

Me miró fijamente, frunció el ceño, no se creía nada de eso.

Suspiró.

- Esta vez lo dejaré pasar, pero la próxima vez que te vea con Daniel se lo diré a Calum. – Movió su dedo en el aire.

Joder, si se lo contaba a Calum íbamos a tener problemas serios, y yo no quería que eso pasara.

Una voz me llamaba, decía mi nombre en un susurro y yo seguía esa voz a través de la profundidad del bosque.

La niebla nublaba mi vista, pero a pesar de que era de noche no sentía el frío bajo el fino camisón que llevaba.

La voz me guió hasta un claro, el mismo que había estado con Jake. 

Los recuerdos hacía que me estremeciera, los recuerdos de Jake, vivo, y también muerto.

Un sonido se oyó en los arbustos, y giré mi cabeza para descubrir el origen del ruido. 

De repente los arbustos salió la arrugada figura de la abuela de Alex y Calum, que se apoyaba en su bastón.

Me agarró del cuello y me acercó a ella.

- El ritual es mañana al amanecer. - Susurró con voz rasposa.

Su figura desapareció antes de que pudiera decir nada. Mientras encontraba mi cuerpo agitado en mi cama.

Una parte de mí quería creer que era irreal, pero otra parte de mí sabía que no, y que ya sabía la fecha del ritual del Cachipuchíli.

No tenía tiempo, era mañana y ni siquiera sabía esquivar a un lobo.

Os preguntaréis si voy a utilizar lo del limón, no lo utilizaré hasta que sea completamente necesario.

Con algo de pereza froto mis manos sobre mi cara.

Me decanto por llamar a Alex, sí, sé que es pronto, que se jorobe, yo necesito entrenar antes de que me partan en dos de un mordisco.

Busco su nombre entre los contactos y lo llamo rápidamente.

Su voz suena adormilada y me dice que me verá en cinco minutos.

Después de cinco minutos salgo al jardín.

Alex se encuentra delante de mí con el pelo revuelto, y, uff, huele horrible, necesita un desodorante urgentemente antes de que me muera del olor.

Me tapé la nariz con una mano y después agité el aire con la otra.

Alex me miró frunciendo el ceño, después pilló mi indirecta, o más bien directa, y olió su axila haciendo una mueca.

Reí hasta que me dolió la tripa, hacía tiempo que no teníamos un tiempo tan... relajado, él y yo, sin todos estos líos raros y sobrenaturales sobre los hombres lobos y sus raros rituales.

Mi vecino es un hombre loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora