XVIII

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Jimin.

Tomo asiento en el sofá de la sala mientras enciendo la televisión, como es de costumbre, el canal de noticias sólo notificando robos y muerte en un lugar y en otro, tan desgastante como estresante y no sirve de mucho para comenzar de buena manera el día.

Pero no necesito la palabrería dictada de alguien atrás de un pantalla, ni una taza con un mensaje positivo para que esta fuera una buena mañana. No, nada de eso, de hecho comienzo a creer que a partir de ahora no necesitaré de tanta basura para sonreír.

Un mensaje, una llamada, una citación. Tan fácil y sencillo como eso.

Y sé que no debo presionar las cosas, que le di a entender que la esperaré el tiempo que sea necesario para que ella aparezca en el umbral de mi puerta, ¿Pero seré capaz de ni siquiera insistir al menos una vez con volverla a tener entre mis brazos?.

Nos hemos hecho más cercanos mediante mensajes diarios y encuentros después de clases, ¿Eso también se terminó hasta que ella vuelva por sí misma a buscarme?.

Por un tiempo intenté convencerme de que sólo estaba siendo un estúpido al querer meter sentimientos en el medio, que todo era sólo un capricho y que una vez que lograra hacerlo con Zoe se terminaría mis ganas de todo y finalmente tomaría el rol de profesor y ella el de alumna de una vez.

Pero error, nada de eso pasó. Y ahora ese deseo arde con más intensidad que antes, ahora que he probado todo de ella sólo deseo un poco más y más.

¿Porqué se siente tan tentador? ¿Porqué no puede formar parte de una más de mis conquistas y ya? ¿Porqué su perfume aún quedó impregnado en mis sábanas y sus besos en mi piel cómo un tatuaje?.

—Tú si que sabes poner las cosas difíciles— hablé apagando la tele mientras perdía mi mirada en el blanco techo, y una sonrisa involuntaria se comenzó a dibuja poco a poco en mi rostro.

¿Porqué estás tan sonriente?.

Oh...

Una voz, o más bien, SU voz suena a mi lado, tan clara como en aquellos días en donde dormía en su pecho mientras sus manos despeinaban mis cabellos hasta que caía en un profundo sueño.

Y al mirar a mi costado ahí está ella, recostada en la esquina del sofá con las piernas estiradas, sus dedos entrelazados mientras me mira fijamente con un semblante totalmente serio a la espera de una respuesta a su demandante pregunta.

Tal vez era algo tétrico que esté aquí viéndose cómo una adolescente con todos los años que han pasado, como si el tiempo se hubiera detenido para ella mientras que yo fui envejeciendo con cada año intentando superar esa etapa en la que ella aún se encuentra, tan joven y tan hermosa.

Pero no debería estar aquí.

Al menos... no hoy.

—¿Porqué no debería estarlo?— respondí con otra pregunta un poco más calmo, tal vez no dejándome influenciar por lo que mis ojos y mi mente estaban proyectando.

¿Ya me olvidaste? ¿A caso una noche es suficiente para que mi recuerdo desaparezca de tu mente, Jimin?Levanta una de sus cejas, su pregunta es maliciosa y busca sólo dañar, porque ella sabe la respuesta a eso, pero aún así necesita escucharla.

—No fue una noche, fueron cientos de ellas intentando dejarte atrás, pero sabes de sobra que no pude. Tu siempre has estado ahí Minying, mirando como me ahogo en mi propio mar de lamentos— respiré hondo y agaché la mirada, como si no mirarla solucionara algo— Tomé hasta la última gota de cientas de botellas de alcohol, me acosté con cuánta mujer pude siendo feliz por horas, lloré hasta que no había más lágrimas para derramar ¿Y todo para qué? Si al final el resultado era el mismo, no hay manera posible de olvidarte.

Obsession | Park Jimin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora