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•Jimin•

Me detengo unos momentos la entrada del salón de clases oyendo el increíble bullicio y observando el desorden que provenían de este. Alumnos sentados sobre los pupitres charlando en grupos entre ellos, otros con los audífonos puestos encerrados en su mundo y unos pocos terminando lo que parecía ser algunos apuntes de otras clases.

Ninguno de ellos notó mi presencia.

—Buenos días— Saludo en voz alta de modo que se oyera mucho más fuerte que todo el ruido que había aquí. Todos voltearon a verme sorprendidos de mi aparición y en cuestión de escasos segundos tomaron asiento en sus respectivos lugares e hicieron silencio mirando al frente, como en una iglesia un domingo a la espera que el pastor comience la misa.

—Buenos días— Saludan al unísono o bueno... eso intentaron.

—Veo que hoy todos tienen un humor diferente al de la última vez— Bromeé mirando directamente a Zoe que estaba a cuatro pupitres de distancia, recibiendo una adorable y fugaz sonrisa de su parte.

Si. Definitivamente se encontraba con un humor relativamente diferente.

—A usted también lo noto de buen humor, profesor Park—Comenta una pelinegra sentada al fondo.

Contengo una sonrisa y asiento de acuerdo con la alumna, al parecer el juego de crear confianza entre alumnos y profesor había dado inicio. Y lejos de quejarme, eso me viene como anillo al dedo.

Miro de soslayo a la castaña quien parecía haber olvidado mi presencia en el aula, reposando su mentón en la palma de su mano y mirando a través de la ventana perdiéndose en sus pensamientos.

—Lo estoy—Comento con la voz alzada, asegurandome que Zoe me haya escuchado. Para mi mala suerte, ella era completamente ajena a mi —Estuve pensando muchas cosas últimamente, y estoy emocionado por ello—Continúe, caminando hacia mi puesto.

—¿Algo relacionado al romanticismo?—Pregunta la compañera de la castaña sentada delante de ella jugando con el bolígrafo, ganándose un empujón por parte de su amiga.

—Se podría decir que sí...—Mentí descaradamente.

El romanticismo se volvió una palabra completamente ajena a mí desde hace mucho tiempo, me vi en la necesidad de enterrar ese sentimiento tres metros bajo tierra por una buena razón.

No podía decirles la verdad. No podía contar sobre los miles de escenarios que planee en mi cabeza, donde zoe y yo hacíamos algo más que quitarnos la ropa y unir nuestros cuerpos en simple sexo.

No quería solo tocarla, quería hacerla sentir.

Quería que sufriera, pero a su misma vez disfrutara de mis perturbadoras y tan excitantes fantasías. Hacerla protagonista del sueño más erótico jamás contado.

Quería hacerla mía, quería consumirla hasta que olvidara todo lo que alguna vez fue, de todos esos chicos llenando su cabeza de falsas promesas y sólo pensara en volver a verme otra vez.

No tenía interés romántico, pero tenía interés en lo que pasaba por esa pequeña cabeza y enredar su mente a mi favor.

Porque esa chica sentada casi al fondo ignorándome y centrándose más en sus pensamientos que en la forma disimulada en la que la observo, se está volviendo un sufrimiento para mí.

Obsession | Park Jimin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora