IX

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Zoe•

Estoy hecha un manojo de nervios, y todo se debía a cierto encuentro que tendría hoy cuando esa bendita campana suene dando el final de la clase.

No recuerdo haber estado así en estas circunstancias desde bueno... varios años atrás remontando a mis primeras citas.

Tan inocente al punto de querer cumplir con cada espectativa y mostrar un lado tan superficial y tan falso para mis pretendientes de ese entonces que hoy al recordar eso, me dan fuertes arcadas.

En ese entonces no sabía nada de chicos ni cómo debía lidiar con ellos, al menos no cuando la palabra “cita” estaba por delante haciendo que todo se vuelva más confuso y de cierto modo más difícil.

Lo único que se me ocurría en esos momentos era fingir ser la señorita perfección. Ser ese cliché tan famoso y aburrido pero que lograba encandilar y alimentar el ego de los chicos y que de cierto modo, me funcionaba.

Sunny y Abby se veían tan felices con sus novios que envidiaba -de buena manera- esa felicidad. Y para no sentirme menos quería un poco de eso que ellas tenían.

Mi cerebro estaba tan quemado por series y películas de adolescentes que se enamoran y luchan por ese amor hasta las últimas consecuencias, al punto que yo estaba en busca de mi Zack Efron que tirara mis libros, me ayude a recogerlos y por una extraña y muy dudosa conexión que sentimos al chocar miradas nos enamoramos a pesar de no haber cruzado palabra alguna.

Si, pura inocencia combinado con un poco de estupidez por creer que ese tipo de cosas podían pasar, ilusionada por la posibilidad de quedarme con el chico más sexy de la escuela y tener salidas con mis amigas y sus novios.

¿Donde quedó todo eso?

Golpeo de forma rápida y simultánea las hojas de mí cuaderno con el bolígrafo mientras reposaba mi mentón en la palma de mi mano. Dudas, nervios, incertidumbre, todos esos sentimientos encontrados y el único culpable era tipo sentado detrás del escritorio.

A diferencia de mí el estaba tan relajado, tan tranquilo, como si lo que iba a suceder a continuación fuera algo de rutina para el.

No sé bien cómo empezar, me encargué de planear tantos escenarios posibles a futuro y como llegar a la parte importante de todo esto que se me olvidó lo más importante; el inicio.

Odiaba que no fuera igual que siempre; una charla previa para entablar un muy mínimo lazo, intercambio de números, mensajes constantes y finalmente el tan ansiado encuentro.

Pero que no fuera igual que siempre era lo que debe ese toque tan especial a esto, no había nada cotidiano en lo que estábamos por hacer y eso lo hacía aún más interesante ya que ninguno de los dos se imagina que puede llegar a pasar.

La campana suena dando el fin de la clase y por lo tanto del día escolar, el ruido de los cremalleas de las mochilas abriéndose para meter todos los útiles ahí dentro importando lo poco ordenado que quede resuenan en todo el salón.

Imite la acción de todos ellos para no despertar sospechas de que iba a quedarme a hacer horas extras y no para terminar las tareas precisamente.

—Huele a comida aquí, ¿Es suya profesor Park?— Habló la estúpida de Peggy como siempre indagando sobre lo que no le importa.

Aunque no era mentira, un aroma familiar provenía directamente desde el bolso de profesor cuando este lo abrió para guardar sus pertenencias.

¿Acaso se tomó la molestia de hacer algo tan innecesario como preparar bocadillos para ambos?.

Obsession | Park Jimin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora