q u i n c e a v o

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«Michael. »

Había despertado hace tan sólo un par de minutos, aunque no estaba consciente del todo. Seguía abrazando a Luke por la cintura.

—Oh, Lukey. —chillé, imitando voz de chica. Comencé a esparcir pequeños besos por toda su cara, despertándolo.

—Mhnm.—gruñó con una voz increíblemente ronca, para soltar un quejido.

—¿Pasa algo? —me separé de él, con temor a hacerle daño.

—N-no, es sólo que... me duele. —dijo lo último en un susurro, ruborizándose.

Reí un poco, mientras que Luke se tapaba la cara con la almohada para ocultar su sonrojo. Era tan tierno.

—¿Debí de escoger otro día y no uno en el que tocara ir a la escuela entonces?

—No iré. —refunfuñó.

—Sí irás. —aseguré.

—No.

—Sí.

—Tendrás que darme algo a cambio.

—¿Es lo mismo que te dí ayer? —pregunté divertido, provocando que Luke se pusiera rojito.

—¡Eres un pervertido, Michael Clifford! —chilló. 

—Sabes que igual me amas. —coloqué una mano en mi pecho.

—Te odio.

—Te amo.

—Yo más.

—¿Lo ves? No puedes vivir sin mí, já. —me burlé, sabiendo que había ganado nuestra estúpida pelea.

                                                                             ***

—Esto es tu culpa. —estallé a carcajadas. Luke no podía ni sentarse en el asiento sin quejarse del dolor, por lo que tenía que hacerlo a cámara lenta.

—Michael debe de tenerla muy grande. —susurró Calum a Ashton, pero aún lo pude alcanzar a escuchar.

—Luke, lo s-siento —hablé entre risas. Él levantó una ceja, esperando que terminara de hablar—. Lamento haberte... ya sabes, roto... eso, y que ya no puedas sentarte... —mordí el interior de mi mejilla para aguantar la risa, pero no sirvió de nada.

Luke se paró de su silla, claramente enojado.

No fue a esa clase, donde ambos nos sentábamos juntos. ¿Se había fugado acaso? No, no creo, él no haría eso, ¿verdad?

No lo veía por ningún lado. Caminé hacia un lugar donde pensé que nunca caminaría: la biblioteca.

No, no era porque fuese un idiota que odiaba leer. Una vez, decidí tomarme una selfie en la biblioteca, posando con un libro en la mano, fingiendo ser intelectual. La bibliotecaria me atrapó y dijo que no podía volver ahí nunca, amenazándome con su bastón.

Entré con sumo cuidado, esperando que la loca anciana del bastón no le tocara trabajar hoy.

Caminé sigilosamente —la vieja era una ninja— recorriendo todos los pasillos. Vi de lejos una cabellera rubia. Era Luke. Sentado con una chica rubia, a la que por cierto nunca había visto en mi vida. Ambos hablaban alegremente.

«Estúpida, es gay. »

Sin importarme si la anciana ninja me veía, fui directo a Luke, y lo tomé de su camisa de cuadros, acercándolo a mi cara.

Forever. [muke]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora