SINOPSIS

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Era otoño, las hojas tenían esa tonalidad naranja y marrón características, algunas se caían y se agrupaban en el suelo. El viento ya no era cálido, era frío, anunciaba que el invierno estaba cerca.

Guillermo miraba por la ventana de su habitación como su pequeño caminaba de la mano de Samuel por el jardín obscuro, llevaba ahí mirando aproximadamente una hora, en silencio, esperando a que llegarán, sintiendo como alguna lágrima recorría su mejilla.

Minutos después, la puerta de la habitación se abrió, Samuel, el esposo de Guillermo, quién había llegado de trabajar, entro a la habitación nervioso, mirando a Guillermo en la ventana. Esto iba a ser difícil.

-Guille, debemos hablar.

El chico de cabello obscuro y piel blanca limpió rápido sus mejillas y se levanto para mirar a su esposo, un joven de unos 30 años, algo y musculoso, su cabello castaño caía sobre su frente.

-¿Qué pasa Samuel?

-Guillermo, estuve pensándolo... -tomó aire, dándose valor para decir las siguientes palabras que sabía que le dolerían a Guille.- Esto no esta funcionando. Se que tenemos a Zeus, llevamos 5 años casados, pero esto se acabo, ya no siento el mismo amor que sentía por ti, quiero el divorcio.

Guillermo no lo podía creer, no podía creer lo que acababa de escuchar. ¿Cómo responder ante eso? ¿Qué decirle? El seguía amándolo, no quería que se fuera, no quería que los dejara solos a él y a su pequeño hijo.

-Samuel.. -sintió como su voz se rompía, las lágrimas no tardaron en hacerse presentes.- ¿Que le diremos a Zeus? Está próximo a exámenes ¿Como crees que le afecté esto? No quiero... No quiero que por nuestra culpa saqué malas notas. Te-te daré el divorcio, pero espera al menos este mes. Por favor.

Samuel se llevo una mano a la barbilla y suspiro antes de hablar.

-De acuerdo, sólo por el niño, sólo será un mes, hablare con mi abogado, preparare los papeles. Piensa en cosas que quieras poner en el acuerdo- había dicho todas estas palabras con la mirada puesta en un punto cualquiera del piso de madera, cuando la levanto encontró el rostro de Guillermo triste, con los ojos llenos de lágrimas y rojos, unas un poco visibles ojeras, sus mejillas estaban un poco rojas, menos de lo normal. No podía verlo así, simplemente salió de la habitación, ahí fue cuando Guillermo se derrumbó, se dejo caer al piso en un mar de lágrimas mientras se abrazaba a si mismo, ¿Cómo había pasado esto?

[...]

-Come tu ensalada Zeus ¿No quieres estar fuerte como tu papá? -Hablo Samuel, quien estaba sentado mirando a su hijo comer, Guillermo permanecía a su lado, en silencio, metido en sus pensamientos.

-Si papá -desvío su mirada a su otro papá. -¿Que ocurre papi Guille? -Guillermo alzo la mirada y le regalo una sonrisa muy forzada a su hijo.

-Estoy algo cansado, eso es todo. -y volvió su mirada a su plato, meneando la tenedor, revolviendo las verduras que había en el.

-¿Estas molesto con Papi Samu? -Guillermo negó sin mirarlo, a lo que Samuel sólo pudo suspirar.- Entonces ¿Por qué no le has besado en todo el día? Me gusta verlos.

Tanto Samuel como Guillermo no sabían que decir, habían pasado sólo dos días desde que acordaron su divorcio, no pensaban decirle a su hijo tan pronto.

-Zeus ¿Terminaste tu tarea? Vamos a hacerla -Hablo Guillermo, era lo único que le animaba, pasar rato con su hijo. Se levantaron de la mesa y se fueron a la habitación de Zeus, Samuel se puso a limpiar la mesa y lavar los platos, después de todo hoy le tocaba a él.

-¿Pasa algo con Papi Samu? ¿Hice algo para que se molestaran?

Esa pregunta le había tomado por sorpresa a Guillermo, quien le había preguntado sobre que color usar en el dibujo que estaban haciendo.

Un Mes. -Wigetta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora