DÍA DOS

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Era viernes por la tarde.
Samuel había salió más temprano de lo habitual y como ya era costumbre, fue directamente a la casa de Estefania que tan sólo quedaba a unas cuantas calles de la escuela de su hijo.

-Me ha pedido un mes-los ojos de Estefania casi salen de sus órbitas.

Samuel había visto esa expresión antes, de total sorpresa. La facciones de su rostro eran para una foto, era una mezcla de molestia pero a la vez de un "estas bromeando" porque claro, no podría creer la terquedad de Guillermo al no firmar los papeles y sobre todo pedirle un mes.

-¿¡UN MES!? Es mucho tiempo y es totalmente ridículo-su voz sonaba burlona y un tono más arriba de lo que normalmente era. Él guardo silencio mirándola, suspiro y bajo la cara mirando los papeles.

-No es por él, es por Zeus-La chica bufó.

Su enojó era tan obvio que Samuel agradecía estar al otro lado de la mesa prácticamente intimidado por la mirada de Estefania que hacia creer que en cualquier momento de lanzaría a él y no necesariamente para algo sexual.

-Me has pedido que te muestre las condiciones-le extendió el brazo con los papeles en la mano a lo que ella negó con la cabeza.

-Léelos tú.

Aclaro lo voz con un sonido desde la garganta.

-1.Durante un mes, Samuel se compromete a cargar a Guillermo hasta su habitación, sin excepciones...-miro a Estefania de reojo quien mantenía los labios ligeramente juntos con cierta fuerza probablemente aguantado una carcajada.

Creyó que era una broma, Samuel era así, bromeaba con cosas tan serias y por eso Estefania estallo en una carcajada que hizo que Samuel respingara de la silla. Trataba de articular una palabra pero no podía, parecía tan divertido lo que había mencionado Samuel que la risa no cesaba.

-¿Es broma?-por fin logró decir aún riendo.

-No Estefania, no es broma. Toma las cosas enserio.

Tal vez viniendo de otra persona Estefania no se habría detenido y lo habría cogido a hostias. Pero era Samuel, el que le daba satisfacción sexual.

Estefania no era una chica refinada, mucho menos delicada. No le importaba el romance, era simple lujuria pero tampoco podía permitir que Samuel fuese compartido, no podía permitir eso. No lo dudo dos veces, se levantó de su respectiva silla. Camino al rededor de la mesa mientras las puntas de los dedos de sus manos rozaban levemente la madera de aquella mesa. Su destino: Samuel. Obviamente.

Lo abrazo por atrás colgando sus brazos en su cuello y dando besos comenzado desde su oído hasta su cuello colocando su cuerpo frente a él, entrelazando sus piernas en la cintura de Samuel.

-Ya no hablemos de eso... Hagamos lo que sabemos hacer mejor-susurro con tono lujurioso y sin pudor alguno.

Por otro lado, Guillermo caminaba de un lado a otro por todo el salón de la casa moviendo frenéticamente los dedos sobre la pantalla del teléfono celular tratando de comunicarse con Samuel. Le llamaba y le mandaba al buzón. Maldecía en voz baja mientras sostenía el teléfono en su oído escuchado el pitido constate de la otra línea. ¿desde cuando Samuel se había vuelto tan irresponsable? No podía suponer que había llevado a Zeus a otro lugar pues claro le habría avisado. Tampoco podía suponer que estaría en el trabajo, era viernes y hace más de una hora él ya había salido.

No quiso esperar más. Salió de ahí con las llaves en las manos y un abrigo porque a pesar de que afuera había sol y la urbanización provocaba más calor. Él tenía frío.

Cuando Zeus lo vio de pie en la puerta de la escuela él salto de la banca en donde esperaba con la cabeza gacha observando sus pies. Corrió hasta Guillermo quieren tomó la estatura del pequeño y lo abrazo.

Un Mes. -Wigetta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora