-Día 17-

9.8K 912 215
                                    

*Escrito por @GatosGatosGatos :D

Eran las 5 de la mañana cuando Guillermo decidió levantarse de la cama. Por primera vez en muchos años no había dormido, estaba preocupado, por Zeus, por Samuel, hace años que no tomaba, el lo había prometido.

"Prometo amarte, cuidarte y respetarte, hasta que la muerte nos separe"

Se levanto de la cama, sin hacer ruido, y salió de la habitación, el cuerpo le pesaba, se sentía cansado, se sentía triste, se sentía muerto en vida. Pero aún no era momento de desfallecer, aún había un Zeus por el cual luchar. Decidió ir a la cocina a preparar el desayuno.

Cuando Samuel despertó, un fuerte dolor de cabeza de apodero de el, los ojos le ardían y no recordaba mucho de lo que había pasado ayer.

Se sentó en la cama y froto sus ojos, miro hacia la mesita de noche y se encontró con un vaso de jugo de manzana, un medicamento para el dolor y una nota.

"Espero que esto ayude, baja a desayunar. -Guillermo."

Se tomó el medicamento, y después de darse una ducha rápida, se fue a desayunar.

En la mesa estaba Zeus, que jugaba con la cuchara, moviéndola por el plato de cereales, y Guillermo, quien leía un libro.

-Buenos días.-dijo Samuel en un tono bajo, no recordaba muy bien el día de ayer, pero recordaba que Guillermo no le había dicho nada. Antes lo había hecho, la vez que le grito, después de muchos años le grito. Samuel esperaba eso de nuevo, y si ayer no había llegado, hoy llegaría... O tal vez no.

Guillermo separo la vista de su libro y sonrió.

-Buenos días, ahora te doy tu desayuno.

Guillermo se levanto y fue por el plato de Samuel, después lo puso frente a el y sonrió. No hubo gritos, no hubo malas caras, no hubo nada, sólo una sonrisa, y si Samuel no conociera a Guillermo, pensaría que lo había perdonado, pero lo conocía malditamente bien, sabía que todo estaba mal, esa sonrisa le decía todo, Guillermo había llegado a su límite.

Samuel comió en silencio, mirando como Guillermo regresaba a la lectura, y Zeus seguía jugando con el cereal.

-Deja de jugar y come. 

Ordeno Guillermo sin mirar al pequeño.

-No tengo hambre.

-Debes de comer. -Guillermo bajo el libro mirando a su hijo.

-Pero no quiero.

-Entonces no lo termines cariño, ya después lo haces. 

Dijo Samuel, el pequeño asintió y se levanto de la mesa, para ir a jugar. Samuel lo observo irse, Zeus se veía fatal, tenía ojeras bajo sus ojos. ¿Qué niño de cinco años las tiene? Se veía triste. ¿Le pasara algo? Entonces lo recordó, recordó lo que Guillermo le había dicho, lo había llevado al psicólogo y le había dicho que tenía principios de depresión. No podía ser posible eso, no podía permitirlo. Ellos había prometido guardar en secreto lo de su divorcio para que no le afectará al pequeño, pero indirectamente le estaba afectando. No iba a permitir eso. Pero... ¿Qué haría para evitarlo?

Fingir que todo estaba bien, hacer un esfuerzo por hacer que las cosas sean como antes, o al menos aparentar que seguían igual, aparentar como si todavía amará a Guillermo, aunque... Eso aún lo sentía.

-Guillermo.

-Samuel.

Guillermo seguía sin apartar la vista del libro de Harry Potter que sostenía. ¿Cuantas veces había leído ya ese libro? Unas mil quizás.

Un Mes. -Wigetta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora