-Día 22-

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A Guillermo le había caído de sorpresa todo lo que había sucedido. Estaba feliz por volver  a ver a su amigo. Había estado tan ocupado con su vida de padre que se olvido de todo que no fuera Zeus. Pero algo lo traía preocupado, el cometario de la cena de anoche por Rubén. Samuel se había enojado y eso preocupaba a Guillermo, sabia que aunque en su rostro pintara una gran sonrisa, se estaba sofocando en los celos. Pero eso ya no le debería de importar. 

Si se hubiera fugado con Rubén cuando tuvo la oportunidad, ahora mismo probablemente se estaría ahorrando todo el dolor. Y tal vez, Rubén si lo amaba. Pero eso ya era pasado. 

Toda la noche tuvo que estar con Zeus. La cena le había caído mal y su estomago lo llevo afuera. Samuel se turnaba con Guillermo. Tomaba a Zeus en brazos y lo consolaba cada vez que acababa de vomitar. Solo durmió por pequeños plazos de tiempo. Samuel estuvo apunto de coger el auto y llevarlo al medico a esas horas. 

-No, no es nada. Es la segunda vez que le sucede. Se le pasara. 

¿Como no lo sabia? Era la segunda vez que le sucedía lo mismo y él, simplemente no lo sabia. 

Guillermo por quinta vez en tres días sintió como si sus piernas fueran a fallarle y un gran dolor de cabeza. No era solo un resfriado. No era solo anemia. No eran solo manchas. Pero ahí seguía, fingiendo que no sucedía nada cuando en realidad pasaba de todo.  

Por la mañana Samuel sorpresivamente se levanto temprano. Preparo el desayuno y se lo llevo a Guillermo en la cama mientras Zeus se arrastraba por el suelo gritando que tenia sueño.  

 -Zeus, párate-le ordeno Samuel con la charola en las manos. 

 -Es muy temprano, déjame dormir 3 minutos papi-hizo un puchero 

 -Esta bien, pero no en el suelo, te vas a ensuciar. 


  Subió y se dio cuenta que Guillermo seguía dormido, tan dormido que no hacia ningún movimiento. Con un unos leves empujones logro que se despertara desorientado, como si no supiera en donde estaba.  

 -Buenos días. Te traje el desayuno 

 Guillermo lo miro, parpadeo varias veces tratando de confirmar que no fuera un sueño. Samuel llevaba puesto un traje negro, su camisa un poco arrugada, la corbata mal puesta y el cuello desarreglado. No sabia que haría Samuel sin Guillermo. A esas alturas, Samuel era un hombre que lograba descuidar cualquier cosa, antes no era así. Pero la gente cambia. Cambia de parecer.  

 -Ahora no tengo hambre-se levanto de la cama-Ven  

 Samuel se acerco. Guillermo paso las manos por su cuello, acomodo su camiseta y volvió a hacerle la corbata. Mientras hacia eso, lo miraba. A veces lograba tener un aspecto de niño. Cuando de nuevo Guillermo levanto el rostro, Samuel estaba acercando su rostro. 

Un Mes. -Wigetta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora