Un Mes. -Wigetta.

-Día 8-

Escrito por mi :D

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Guillermo se dio cuenta lo mucho que había levantado la voz, se sentía muy apenado pues antes de que decidieran tener un hijo se había prometido nunca levantarle la voz, y lo que era aun peor, nunca levantarle la mano para intentar golpearlo.  

Zeus tuvo pesadillas esa noche, era un niño muy sensible cuando algunas cosas sucedían. Guillermo lo tomo en brazos y lo mantuvo cerca de su cuerpo con cierta fuerza, como si en algún momento, si se atrevía a soltarlo, él se quebraría.

Ahora Guillermo no se sentía mal por mentir y por esconder la realidad. Tampoco se sentía mal por el divorcio. Se sentía terrible porque le había hecho daño a su hijo por todas las demás cosas. Se había desquitado con la persona que menos culpa tenia.

Lo acomodo en la cama junto a Samuel que roncaba y estaba ocupando toda la cama en una posición muy ridícula. Zeus abrazo a Samuel del torso, apenas sus cortos brazos conseguían abrazar la mitad del torso.

Guillermo se acomodo en la cama, abrazo a Zeus y este se dio la vuelta para quedar cara a cara a su padre. Le sonrió con los ojos medio cerrados y volvió a caer dormido.

La mañana siguiente Guillermo se levanto temprano e hizo el desayuno para su familia, sí aun se le podía llamar así.  

Samuel salió por la puerta cogiendo la mano de Zeus. Toda la tarde, Guillermo durmió, estaba cansado, mas de lo que una persona debía estar.  Llamaron del colegio diciendo que nadie había recogido a Zeus. Una vez mas, Guillermo tomo el auto y se fue por Zeus.

Esta forma de vida se volvía repetitiva, siempre era lo mismo, a veces parecía como si el mismo día se repitiera una y otra vez. Esto no era vida.

No se molesto en llamar a Samuel y tan solo fue por Zeus.  

Cuando la noche comenzó a caer, Samuel había llegado a casa. Su aliento olía a alcohol y su ropa a perfume de mujer. Seria mejor que Zeus no viera esto.

-Zeus, cariño, ve a tu habitación, ahora voy a leerte un cuento-le ordeno Guillermo tranquilo  

-Pero… no eh saludado a mi papá-contradigo  

-Necesito hablar con tu papá, ahora lo saludas.

Zeus no estuvo conforme pero obedeció, salió corriendo a su habitación, cerro la puerta y todo se quedo en silencio hasta que Samuel se digno a saludar a Guillermo que se acercaba si quitarle la mirada encima.

-De nuevo no has ido por el niño a la escuela ¿Qué mierda te sucede?

Samuel se quedo en silencio, se borro la estúpida sonrisa que tenia en el rostro.

-Mucho trabajo.

-A mi no me haces estúpido, por lo menos ten un poco de conciencia, puedes avisarme que no iras por él.

Samuel había tenido muchas peleas con Guillermo y se resolvían con un “lo siento” o un “no lo volveré a hacer, un beso y un abrazo. Esto no funcionaria. Su orgullo estaba primero.

-No eres nadie para mandar en mi vida

La gota que derramo el vaso. Claro que era alguien, era su esposo, aun lo era. Había dolido mas de lo que podía haber dolido. Guillermo trago grueso, no permitiría que Samuel lo viese llorando por algo que él había dicho.

-Pero… Zeus es tu hijo, respétalo a él, es lo que te estoy pidiendo.

-Tú no eres la persona indicada para decir eso, ayer estuviste a punto de pegarle.  

Samuel había dado bajo, tan bajo que Guillermo no haría como si nada hubiese pasado, claro que no. Guillermo comenzó a llorar, no por tristeza, si no por rabia.

-Eres un estúpido, fue un jodido error aceptar casarme contigo.

-Lo mismo digo.

Guillermo no podía soportar eso, golpeo la cara de Samuel con lagrimas en lo ojos y la cara completamente roja de furia.

-Te odio Samuel, te odio.-Susurro Guillermo antes de darle la espalda eh irse a la habitación de Zeus.

No tenia caso que Samuel se quedara ahí, volvió a salir y esta vez azoto la puerta. El golpe dolía, pero dolía aun mas lo que Guillermo le había dicho y lo que él había dicho.  

Guillermo cerro los ojos al oír la puerta, y la ultima lagrima salió. Zeus ya se había dormido, ese pequeño niño era el único consuelo de Guillermo. Una vez mas, lloro en silencio hasta dormirse abrazando a su pequeño hijo.