La oficina se veía un poco más grande en comparación a la última vez, las paredes ahora estaban pintadas de un blanco más potente y habían retirado un estante que se encontraba del lado izquierdo. David caminaba de un lado a otro con los papeles en la mano, masticaba un chicle tratando de dejar los nervios en las mordidas y pasaba su mano libre entre su cabello.
-La verdad, estoy decepcionado-
No le presté atención y me senté en el sofá largo de atrás.
-Ya sabía que sólo ibas a causar problemas-
Rodé los ojos.
-Responde, Catherine-
-Antes me llamabas Cath- ignoré sus críticas.
-Antes pensaba que eras buena persona, y sólo las buenas personas merecen ser llamadas por diminutivos- se sentó del otro lado de su escritorio.
-Desde que llegué a este centro te he dicho que no utilices diminutivos conmigo- tomé una revista de la mesa de al lado.
-¿Por qué todas esas cosas?- preguntó refiriéndose a lo encontrado en la habitación.
-Son cosas que pasan- levanté los hombros para restarle importancia.
-Las cosas no pasan por sí solas, las personas hacen que pasen- sus ojos estaban apagados, como la luz de la lámpara de al lado.
-¿Sabes? yo no quería estar aquí, no pienses que quiero seguir las reglas-
-Pero estás aquí por algo, y deberás seguir las reglas el tiempo que estés en este lugar-
-¿Qué vas a hacer cuando no lo haga?- me reí levemente.
-No te estoy retando, Wall, me estoy retando a mí-
-Yo también quiero retos, David. La vida aquí es algo aburrida-
-¡Para, Catherine!- posó sus manos en el escritorio -Ya me cansé de tu falsedad, ¡y sólo para causar problemas!-
-Ve tu alrededor, David, somos más falsos que la propia vida, somos una ilusión, tan frágiles, tan fuertes, tan escuchados y a la misma vez tan marginados- me levanté del sofá y fui a la silla frente a su escritorio.
-Tú llegaste aquí para arruinar todo mi trabajo-
-Si tienes tanto miedo puedes enviarme a casa-
-Te enviaré a casa cuando logres salir de esto- tomó unos papeles y los comenzó a leer.
-¿Estás seguro que lograré salir?- el reto estaba presente en mi pregunta.
-Te he visto, Catherine. No eres tan mala como dices ser, y las personas buenas no tardan en demostrar su bondad- me miraba fijamente.
-No soy tan buena como piensas-
-Tampoco eres tan mala como lo piensas tú- retomó su camino en los papeles por un momento y se dirigió a mí- serás cambiada de habitación- informó.
-Está bien- ya estaba cansada de discutir, no había salida.
-Tienes la habitación ciento dos, tu nueva compañera se llama Megan-
Rodé los ojos al oír su nombre.
-Además, tendrás que ayudar a John en la cafetería por un buen tiempo. No creas que tus acciones se quedarán sin consecuencia- se levantó y dejó los papeles sobre un estante.
-¿Ya me puedo retirar?- pregunté mientras quitaba el pequeño rastro de pintura que quedaba sobre mis uñas.
Me miró por un momento, su mirada era suave; esa mirada que un padre suele darle a su hija (los demás padres), retiró su visión de mí y suavemente pronunció.
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Adicción || EDITANDO
Novela JuvenilCath no es la típica joven a la que vas a encontrar en los pasillos de la escuela cantando una dulce melodía. Amargada, egocéntrica, malcriada; algunos adjetivos que se le pudieran obsequiar. Y Thomas, ¿cómo lo diría? Thomas es...simplemente Thomas...