Él caminaba demasiado lento para la distancia a tomar, sus manos siempre estaban en sus bolsillos delanteros y sus quejidos me hacían dudar de quién era el hombre en el lugar.
-Llegamos- abrí los brazos de par en par dando vueltas sobre mi eje.
-¿Un puente?- la voz de John se notaba algo decepcionada.
Le regalé una sonrisa de lado antes de responder.
-Sí, un puente. ¿No es hermoso?-
-Bueno, sí- las dudas en su tono me hicieron soltar una leve carcajada -Nunca me esperé un puente-
-¿A dónde querías ir?- levanté mis hombros algo fastidiada.
-No lo malinterpretes, me encanta estar contigo- se fue acercando un poco.
Antes de que lograra colocar sus manos sobre mi piel me dirigí a la barandilla de mi viejo puente. Porque ahora era mío, y de Thomas. Porque cuando compartes un momento tan especial con una persona, te adueñas del mismo, y del lugar a su paso.
-¿Ves eso?- le señalé un punto un poco más brillante de entre todas las luces.
Él asintió.
-Es el mismo punto que se ve todas las noches en mi ventana, me recuerda un poco mi hogar- sonreí un poco más para mí.
-¿Es muy bonito?-
-Eso creo. Está rodeado de muchas luces, pero nunca pierde ese brillo tan diferente- dije.
-No, hablo de tu hogar- se acercó a la barandilla.
-Sí, lo era. Hace unos años todo era perfecto- cerré los ojos.
-Lo entiendo- pasó una de sus manos por sus brazos para apartar algo del frío.
Amaba éste lugar, eran tan cautivador; minimalista y algo soso, pero lo que hace hermoso un paisaje son los recuerdos que se encuentran dentro de él.
No sentía rencor contra Thomas, eso me sería imposible. Porque amaba a Thomas; amaba sus ojos negros y la manera en la que penetraban los míos, su risa tan ronca, extrañaba sus manos ásperas sobre mi piel y al cigarrillo apoderándose de mis fosas. Pero no siempre podría estar ahí esperando a que todo suceda, a veces el amor es sólo un capricho y los caprichos es mejor tenerlos lejos.
-Cath- me llamó.
Un raro gruñido acompañado con mis ojos a su disposición lo hicieron continuar.
-Sé que tú quieres a Thomas...-
Negué rápidamente la cabeza abriendo un poco más mis ojos.
-Oh, sí que lo haces. Pero te pido la oportunidad de mostrarte que el amor no es sólo impulso, que puede ser mucho más metódico y, a su vez, mucho más embriagador-
Hubo una pequeña pausa con la cual él prosiguió.
-¿Podrías darme la oportunidad de ser tu novio? Te prometo que no te lastimaré, y entenderé si algún día lo prefieres a él antes que...-
Sus palabras insignificantes fueron calladas con mi beso. Íbamos lento -no había apuros en ese lugar-, él tomó mis caderas de manera temerosa y yo sumergí mis manos entre sus cabellos esperando un poco más, algo que me perdiera de verdad; buscaba menta, cigarrillo, tal vez sólo buscaba unas manos trazando círculos en mi espalda, pero nada de eso llegó.
-¿Eso es un sí?- sus mejillas subieron de tono.
Parece que alguien sí había disfrutado del beso. Pero, ¿A quién iba a negar que se él veía completamente adorable de esa manera?
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Adicción || EDITANDO
Teen FictionCath no es la típica joven a la que vas a encontrar en los pasillos de la escuela cantando una dulce melodía. Amargada, egocéntrica, malcriada; algunos adjetivos que se le pudieran obsequiar. Y Thomas, ¿cómo lo diría? Thomas es...simplemente Thomas...