Capítulo diecisiete.

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 Hay momentos en los que sueles despertar y no querer abrir los ojos, hay momentos en los que sabes que cuando los abras nada va a ser igual.

Me removí entre las sábanas y busqué una posición satisfactoria en la cual pudiera olvidar el insoportable dolor de cabeza junto con los insoportables golpes hacia la puerta, los golpes aumentaban y las sábanas no llegaban a cubrir gran parte de mis piernas, así que me levanté estirando un poco la sábana mientras lo hacía, arreglé la parte del pijama que se había levantado gracias a los movimientos en la cama, con pasos firmes me detuve frente a la puerta y abrí la misma.

-Traje una pastilla- Thomas estaba del otro lado sonriendo.

-Gracias- la tomé y coloqué en mi boca para después con un tragó largo y en seco atravesarla por mi garganta.

-¿Puedo pasar?-

-Megan está durmiendo- le informé, pero dejé la puerta abierta.

-¿Quién es Megan?- estiró las mangas de su suéter.

-Mi nueva compañera- rodé los ojos mientras pasaba una mano por mi cabello.

Él se quedó estático en su lugar mientras buscaba la acción correcta para ejecutar en el debido momento, parecía estar desubicado en una habitación que no conocía, ahora paseaba de un lado a otro observando los libros que Megan tenía en un estante justo en medio de la habitación.

Yo me senté en la cama mientras apoyaba mi cabeza a punto de explotar en mis frías manos, la cama se hundía por cada movimiento que ejecutaba para aliviar el dolor.

-No deberías tomar- me estaba sonriendo.

-Y tú no deberías estar aquí-

Por un momento su sonrisa desapareció de su cara pero la misma volvió sin previo aviso y, para ser sincera, mi mundo se volteó.

-Ya te dije que no te puedo obligar a sentir algo que no sientes, pero no me obligues a hacer algo que no puedo- estiró sus brazos con cuidado de no mostrar nada de piel y dando dos pasos se acercó a la cama sentándose en la misma y apoyando una mano en mi pierna.

-No busques una historia de amor- retiré su mano de mi pierna.

-No busques que te ignore-

Di un largo respiro y lo retuve ahí, en mis fosas nasales, tal vez por más tiempo de lo necesario, y luego lo solté.

-Deberías irte- hice un movimiento con la cabeza hacia la puerta.

-No me quiero ir-

-Pero yo no quiero que estés aquí- bajé la cabeza para no encontrarme con sus ojos.

-¿Segura?- no estaba jugando, su mirada estaba en completa seriedad.

-Por favor-

Se levantó en silencio mientras dejaba una hoja doblada sobre las sábanas, caminó sin voltear atrás y abrió la puerta con cuidado de no despertar a Megan.

¿Saben lo que es odiarse a sí misma por querer a otra persona? es un odio que no podemos controlar, porque por más que odies ese sufrimiento siempre vas a ir corriendo tras de él. ¿Saben cómo se siente saber que está mal? a veces lo podría llamar osadía, estoy siendo osada hacia lo que sé que llevo adentro y hacia lo que sé que no debo sentir. ¿Saben esa presión en el pecho que se siente cuando lo dejas ir? te ahorca, te desbarata, es como si dejaras ir a un brazo, o una pierna. ¿Estarías dispuesta a dejar ir a una pierna sólo porque sabes que es lo correcto? no estoy dispuesta a aferrarme a algo, no estoy dispuesta a sentir, porque sé que sentir sólo va a ser un llamado para el dolor, y el dolor no tarda mucho en maltratar a la felicidad. ¿Pero quién somos nosotros para mentirnos? me estoy mintiendo; le miento a mi corazón, a mi alma, le estoy mintiendo a la pura verdad. Porque sé que me gusta, y sé que no me lo puedo negar. Pero también sé que el mar es azul, y que estamos siendo dos niños al aferramos a una fantasía.

Adicción || EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora