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Los primeros rayos de luz comenzaron a aparecer por el gran ventanal que teníamos en la habitación, las cortinas se alzaban levemente por las corrientes de aire, ventilando el ambiente con esa fresca brisa que solo el amanecer me podría ofrecer

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Los primeros rayos de luz comenzaron a aparecer por el gran ventanal que teníamos en la habitación, las cortinas se alzaban levemente por las corrientes de aire, ventilando el ambiente con esa fresca brisa que solo el amanecer me podría ofrecer.

Pero en esta ocasión, ni la más fresca brisa de las montañas podía calmar la angustia y tristeza que sentía por dentro. Llevaba despierto hace ya un buen rato, acostado en la cama con las sabanas hasta la cabeza, mirando solo por un pequeño espacio el balcón. No había podido dormir en toda la noche, no después del incidente con Jisung.

En mi muñeca se había formado un gran moretón violeta con tonos grisáceos y dolía cada vez que hacia un movimiento en falso. Me fije en el reloj de mesa y este apuntaba que pronto serían las 7:00 am.

No tenía ganas de levantarme pero me sentía en la necesidad de al menos sentarme en el filo de la cama y estirar un poco mis extremidades, pasé muchas horas hecho un ovillo en mi lado de la cama que ya comenzaba a sentir el cuerpo entumecido.

Me obligué a mí mismo a mover las piernas, quedándome sentado con vista frente al ventanal, podía observar como las hojas de los árboles se mecían levemente y el ligero canturrear de las aves a primera hora de la mañana. Me cubrí un poco con las sabanas, ya que estaba comenzando a sentir un poco de frío.

Dejé que mi mente divagará, francamente trataba de no pensar en nada pero pareciera en que hoy la suerte no estaba de mi lado. Las escenas de la noche anterior se seguían reproduciendo en mi cabeza y eso ocasionaba que me estremeciera del miedo.

No recordaba cuanto tiempo me la pase mirando fijamente al balcón, hasta que el sonido de la perilla de la puerta resonó en el silencioso cuarto. Ni siquiera me inmute, no volteé, ni le dirigí la palabra, sabía que vendría a disculparse, así que decidí solo escuchar a lo que me tenia que decir.

—Buenos días Honnie...— le escuché susurrar. —yo...venía a ver como estabas.

No le respondí, ¿Qué clase de pregunta es esa?

Pasaron unos segundos hasta que volvió a hablar.

—te traje estas flores...— podía sentir su presencia a unos pasos de mí pero no me moví ningún centímetro. —son azucenas blancas...tus favoritas.

Como vio que no le respondí otra vez, se acercó hasta colocarse frente a mí con el ramo de flores en mano. Se arrodillo y tomó una de mis manos.

—recuerdo que antes te enloquecías cuando te traía flores...— le miré sin entender y él sonrió ante mi confusión. —en la oficina tenia muchas de estas, porque siempre tres las traía. Y cuando nos mudamos aquí, mande a plantar varias sólo por ti.

Eché un vistazo a las flores y no podía negar que eran hermosas a parte del exquisito olor que desprendían. Sin querer se me escapo una pequeña sonrisa del rostro.

𝑺𝒆𝒄𝒓𝒆𝒕 𝒐𝒃𝒔𝒆𝒔𝒔𝒊𝒐𝒏.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora