Duerme en paz

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Continuamos =) Esta vez, está basado en una fábula muy conocida. Perdón x:

Advertencias: YURI sugerido.

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A su edad y no estar casada era algo que su madrastra no iba a tolerar. Nadie en el castillo aceptaría que la princesa regente no tomara un hombre a su lado y que fuera tan salvaje como ella. Aunque Sakura no se consideraba a sí misma una salvaje, sí que lo hacía como un alma libre.

No le gustaba estar encerrada en el castillo. Adoraba montar como una amazona y disfrutaba de sus clases de esgrima como si fuera el pan de cada día. También amaba leer, pero no los libros adecuados para las mujeres.

Harta de la presión de su madrastra y del servicio, decidió darse el lujo de escaparse una de esas noches. Fue sencillo emborrachar al guardia de su puerta y, gracias a su agilidad y las ropas heredaras de su padre, saltar por la ventana no fue difícil.

Además, que el encargado de las caballerizas te debiera la vida, ayudaba a poder escaparse con la montura ya preparada.

Sin embargo, sus aventuras nunca la habían llevado tan fuera del castillo como hasta ese día. Se había preparado un pequeño petate con comida, agua y algunas medicinas que robó del médico de la corte. La espada se mantenía firme contra su cintura y todavía no hacía suficiente frío como para echar de menos más ropajes.

Galopó durante un buen rato hasta llegar a diversos caminos. Dos de ellos los conocía. Uno la llevaría al pueblo, donde no deseaba ir. El otro, al reino vecino del que su madrastra llegó. El tercero era el que siempre la había interesado. Pese a los letreros de advertencia, le intrigaba.

Únicamente había una obertura pequeña bajo las ramas y árboles que cubrían el sendero, como si pequeños animales fueran los únicos que se atrevían a pasar por él. Ya conocía todas las fábulas y misterios por haber y crear acerca de ese sendero. Pero una no aceptaba esa realidad a menos que la viera con sus ojos.

Así que se bajó y espada en mano, abrió un sendero para ella y su caballo. El animal se mantuvo cerca de ella, caminando con tranquilidad.

Parecía que el terror únicamente se concentraba en la entrada, pues el resto del mundo tras el muro de hierbas, árboles y ramas escalofriantes, era hermoso. Arcoíris, flores, animales y árboles frutales decoraban el único camino que había.

Caminó por él hasta que llegó a otra bifurcación. Uno de ellos, llevaba a una gran montaña y parecía que pequeños pies habían pasado hacia poco por él. Al otro lado, el sendero se perdía tras rocas llenas de musgo y agua.

Se decantó por la segunda opción hasta llegar a una casa. Le sorprendió en cierta manera de su existencia.

La chimenea humeaba y había una pequeña luz encendida en una de las ventanas. Se acercó y golpeó la puerta.

RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora