Sombras solitarias

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ShikaSaku

La oscuridad sin la luz no existe. La oscuridad con la luz, se muere.

—Entonces, ¿por qué tuve que enamorarme?

El chico estira sus largas piernas, encogiéndolas cuando la luz fue más intensa y estuvo a punto de quemar sus dedos. Era frustrante. Odioso. Dañino. Y el único lugar al que deseaba ir estaba allí.

Él era una sombra, nacido de la oscuridad, moviéndose entre lugares fríos y lejos de la libertad. Ella, era la luz que lo encantó. Que lo convenció de que no existía diferencias. Él, que siempre había destacado por ser inteligente y paciente, estaba cada vez más impaciente. Más necesitado.

Más enamorado.

No había una posibilidad capaz en su mente. No podía caminar con una sombrilla por las calles. No podía salir del callejón. Por más que se extendiera, por más que quisiera tocarla, ella le quemaba.

—¿Y dices que me amas?

—Sí.

No podía mentirse. La verdad era esa.

—Y es problemático hacerlo.

—Lo siento.

No era su culpa. Ella no necesitaba disculparse. Había nacido hermosa. Sus cabellos únicos. Sus ojos hermosos. Su piel brillante.

Y él... era oscuro. Cabellos, ojos, hasta su piel era más morena que ella. Todo lo contrario.

—¿Por qué siempre parece que te sientes solo?

—Porque soy una sombra.

Ella era luz, así que siempre tenía gente a su alrededor. Todos acudían a ella. Él pertenecía a la oscuridad. Y los seres de ese mundo sólo se acercaban unos a otros para épocas de reproducción, sin amor, inteligentes y fríos para escapar de las hembras que deseaban matarlos después.

—Nunca podremos estar juntos. Por más que te ame. Por más que me ames. Dime otra vez tu nombre que no quiero olvidarlo.

—Shikamaru. Di el tuyo.

—Oh, ya te lo sabes.

—Lo llevo tatuado. Dilo.

Ella sonreía, dulce, eléctrica.

—Sakura. Soy hija de la luz y el sol. Soy hija de lo brillante y estoy enamorada de una sombra solitaria que nunca podrá estar a mi lado. ¿Por qué es tan injusta esta vida?

—No tengo la respuesta a esa pregunta.

—¡Siempre tan lógico!

—Porque es lo que me ayuda a sobrevivir.

Ella siempre lo acusaba de lo mismo. No era con maldad, sino con discrepancias a cuenta de que consideraba que era una de las cosas que lo mantenían alejados. Y quizás fuera cierto. Él no tenía ese valor que ella esperaba.

No quería morir.

Tampoco quería que ella muriera.

—¿Qué haremos, Shikamaru? No podemos vivir siempre así. Tú tendrás que irte. Yo me apagaré.

—No te...

Intentó extender la mano, retirándola cuando ardió. Ella miró sus heridas, preocupada.

Fue ese el determinante de todo. Lo que terminó apagando cualquier fulgor posible. Ambos se miraron sabiendo que era el final, que no había más. Era un amor imposible y sin más sendas posibles.

Solitario, mira al cielo, teniendo que entrecerrar los ojos ante la claridad. Era hermoso, como ella. Lo que nunca tendría.

—Una sombra se extingue cuando hay demasiada luz y ni un solo lugar donde poder esconderse. Nunca podrá coexistir con la luz. Ni siquiera con tu luz.

Aprieta los dientes y salta. Hacia la luz, hacia lo que tenía vetado.

Se extingue rápido pero dolorosamente.

Escucha un grito en la lejanía y la ve, brillar con más fuerza mientras las lágrimas caen por sus ojos como pequeños rayos de luz.

Él era una sombra solitaria que nunca debió de enamorarse.

Ella, la luz que nunca debió de enamorarse de lo que no podía tener.

.

.

"La vida sigue y cambia, rompe y sella. Separa o junta corazones. Hay muertes inesperadas. Muertes que se veían venir y amores, que nunca debieron de sellarse. Una sombra es como la muerte..."

La bruja se puso en pie, suspiró. Apagó la siguiente vela y se fijó en el libro, más fino, con menos hojas.

"Hablando de muerte... me pregunto cuánto tiempo ha pasado ya de esa historia..."

Próxima pareja: SakuMada.

RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora