Capítulo 29: "El accidente"

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¿Listas para el penúltimo capítulo de Mi Pianista? ¿Preparadas? Pues bien, aquí va. ¡A disfrutar!

Nataly POV.

Llegamos a la plaza unos 15 minutos antes de lo pactado. No había absolutamente nadie en la plaza. Nos sentamos en uno de los bancos que había ahí para esperar y comenzamos a hablar entre Elisa y yo. Pasaron 10 minutos. Luego otros 15. Media hora. Elisa y yo mirábamos a ambos lados de la plaza, pero no lográbamos ver a nadie. ¿Era posible que lo hubiera olvidado? No. No podía hacerme esto justo hoy, que lo necesitaba más que nunca.

- No puede ser que no venga, no hoy.

- Debe estar retrasado por el tráfico- trató de consolarme Elisa.

- ¿Y no fue capaz de mandarme un maldito mensaje?- pregunté enfadada.

- No te preocupes, esperemos un rato más. Si no aparece, te compro yo misma el helado y luego volvemos a casa. ¿Te parece?

Asentí y miré las calles para ver alguna señal de Abraham. Nada. Pasó media hora más. Yo miraba mi celular a cada rato. Ni un mensaje. Miré a Elisa.

- No va a venir- declaré.

- Ven, compremos el helado y vallamos a la casa. Seguro Abraham tiene una explicación para esto.

Compramos el helado y yo lo fui comiendo en el camino. Trataba de pensar que podría haber pasado para que él no llegara a la plaza. Y lo más raro, trataba de pensar el por qué no me había mandado un mensaje. Todo esto era extraño.

Nos subimos a un bus para ir a casa de vuelta. En bus, la casa de Liam quedaba como a media hora, por lo que tenía mucho tiempo para acabarme el helado.

Media hora había pasado ya. En la próxima estación tendríamos que bajarnos. Ya me había terminado mi helado con ayuda de Elisa, por lo que lo había guardado para tirarlo en un cesto de basura. Todavía no había recibido ningún mensaje o llamada de Abraham y ya me estaba preocupando. O se había olvidado de mí o le había pasado algo. Dios quiera que no sea la segunda opción.

Cuando llegó el momento de bajar, el celular de Elisa comenzó a sonar. Ella lo atendió y les dijo que esperasen un segundo para que pudiéramos bajar y ella pudiera atender tranquila. Bajamos del bus y llegamos a la vereda de la casa de Liam. Me quedé en el lugar mirando a Elisa mientras atendía la llamada.

- Hola, ¿quién habla?- preguntó Elisa. Luego hiso una pausa-. ¿De dónde me están llamando?-Otra pausa-. ¿Cómo que...? Eso no puede ser- una pausa más larga que las anteriores-. No sí, sí, vamos para allá.

Colgó y me miró. Sus ojos se habían llenado de lágrimas.

- ¿Qué pasó Eli? ¿Algo grave?- pregunté preocupada.

- Vamos a mi auto, luego te explico. Por favor, no hagas preguntas- dijo muy seriamente.

Arrugué el ceño confundida, pero hice lo que me pidió de todas formas. Me subí a su auto. Ella subió rápidamente y encendió su auto y comenzó a manejar lo más rápido posible. Yo no sabía que estaba pasando, pero decidí hacerle caso a Elisa y quedarme callada. Se la veía preocupada, demasiado diría yo. No quería abrumarla más con mis preguntas.

Llegamos a la puerta de un hospital. Comencé a asustarme. ¿Acaso había ocurrido un accidente?

Elisa se dirigía rápidamente a la puerta, por lo que tuve que correr para alcanzarla.

- Elisa- la llamé-. ¿Qué está pasando?

No contestó.

- ¡Elisa! ¡Dime qué está pasando!

No contestó, por lo que tuve que tomarla del brazo para que me mirara.

- ¡Quiero que me digas ahora mismo qué pasa! ¿Por qué estamos en un hospital Elisa?

Ella me miró con lágrimas en los ojos.

- Abraham está aquí- dijo lentamente-. Tuvo un accidente.

Me encontraba corriendo hacia la habitación que me había dicho una de las enfermeras. Lágrimas bajaban por mis mejillas. Y pensar que yo había pensado que se había olvidado de mí. Él no haría una cosa así. Pero... ojalá se hubiera olvidado de mí. Cuando llegué a la habitación número 357 me detuve. Dentro se encontraba Abraham, quién sabe en qué estado. Tomé el pomo de la puerta y respiré profundamente. Entonces, abrí la puerta. Dentro había una gran camilla con algunos artefactos para chequear el ritmo cardiaco y esas cosas. Y en esa camilla, se encontraba Abraham. Me abalancé sobre él, abrazándolo. Aunque... él no abrió los ojos. Estaba inconsciente. Iba vestido con una bata de hospital pero aun así, se veían gran parte de sus brazos. En ellos, había una serie de moretones y rasguños profundos. Volví a mirarlo a la cara. Tenía un tajo hondo en la frente, un ojo morado y muchos rasguños en las mejillas. Acaricié su pelo mientras las lágrimas bajaban por mis mejillas. No podía ser que le hubieran hecho esto. No podía ser que existiera un animal semejante para hacer esta maldad. ¿Quién podría haberle hecho algo así?

Y cómo si lo hubiera preguntado en vos alta, una vos conocida habló a mis espaldas.

-Es increíble que la persona que tú amas sufra tanto por tu culpa, ¿no es cierto Nataly?

Un escalofrío cruzó mi espalda.

- ¿Qué haces aquí papá?

Me di la vuelta para verlo a la cara. Se encontraba apoyado en una pared aun lado de la puerta. Él sabía que yo iba a venir. Él le había hecho esto a Abraham.

-¿Que qué hago aquí? ¿Enserio me lo preguntas Nataly? Te escapaste de casa. Y lo peor de todo, te escapaste con él.

Me daba asco la manera en que hablaba. Estaba tan tranquilo. Y sonreía, el muy maldito sonreía. Una sonrisa macabra.

- ¿Tienes idea de cuánto te he estado buscando Nataly?

- No y no me interesa. Así que lárgate.

Mi padre soltó una risita sarcástica.

- ¿Enserio piensas que me voy a ir así como así? ¿Después de tanto tiempo buscándote? No seas tonta hija- dijo para luego mirarme con más detenimiento-. Pensé... que podríamos llegar a un acuerdo.

Me levanté de la camilla de un salto. La furia ardía por mis venas.

- ¡¿Un trato?! ¡¿Enserio papá?! ¡¿Después de todo lo que me hiciste?! ¡Ten presente que no voy a hacer ningún trato contigo!

La sonrisa de mi padre se acentuó.

- Esto es un hospital Nataly, no deberías gritar- dijo sonriendo pasientemente-. Ahora, con respecto al trato. Es simple: mientras hagas lo que yo te diga, yo no lastimaré a Abraham.

Iba a replicar cuando escuché la última parte.

- ¿A qué te refieres?

- Es simple: solo tienes que hacer lo que te digo, y a cambio de eso, Abraham no sale lastimado. La simpleza de esto es graciosa, muy graciosa. ¿No crees?

Asentí lentamente. Mi padre había perdido la cabeza por completo.

- Entonces, ¿qué dices Nataly? ¿Aceptas?

Mi Pianista~Abraham MateoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora