En su hora de refrigerio, Issei se encontraba en el patio de la escuela, disfrutando de un sencillo sándwich bajo la sombra de un frondoso árbol. La suave brisa de la tarde acariciaba las hojas, creando un ambiente de serenidad que le permitía desconectar de las preocupaciones del día. Mientras masticaba lentamente, sus ojos recorrieron el entorno con curiosidad y sin prisa. La tranquilidad del momento era perfecta para observar el ir y venir de los estudiantes sin demasiadas distracciones.
De repente, una presencia llamó su atención. Al alzar la vista, notó que Rias Gremory lo observaba desde una de las ventanas del edificio principal. La hermana de Sirzechs Lucifer había posado sus ojos en él, y no era difícil notar la chispa de intriga en su mirada. Issei, lejos de sentirse intimidado, le devolvió la mirada con igual intensidad, analizando cada detalle de la pelirroja. Sus ojos verdes parecían brillar con una curiosidad contenida, y su postura, aunque relajada, denotaba una vigilancia constante.
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Con una ligera sonrisa, Issei mantuvo su mirada fija en Rias. Sabía que capturar la atención de una figura tan prominente como ella no era un hecho menor. Su sonrisa no era de desafío, sino de reconocimiento y respeto por la mujer que, aunque joven, ya había demostrado ser una figura respetada en el mundo humano.
"Interesante," murmuró para sí mismo, mientras volvía a centrar su atención en su sándwich. Las posibles implicaciones de haber captado la atención de Rias Gremory comenzaron a rondar su mente. Su ligera sonrisa se desvaneció mientras masticaba, inmerso en pensamientos estratégicos sobre lo que este nuevo desarrollo podría significar para él y sus objetivos.
Su soledad pronto se vio interrumpida por una voz alegre.
"¡Sensei!" exclamó Ingvild, acercándose con una sonrisa radiante. La joven de cabellos púrpura y ojos naranjas tenía una energía contagiosa que contrastaba con la expresión neutra del castaño.
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Issei levantó la vista brevemente, su rostro imperturbable. "¿Cómo te ha ido, Sensei?" preguntó Ingvild con entusiasmo mientras se acomodaba a su lado.
"Todo bien," respondió Issei secamente, volviendo su atención a su sándwich.
Ingvild, sin desanimarse, sacó un bento que había preparado con esmero y se lo ofreció. "Aquí, hice esto para ti. Espero que te guste."