El día del combate había llegado, y la atmósfera estaba cargada de tensión. Issei e Ingvild se habían arreglado para ver la batalla en uno de los bares del inframundo, un lugar oscuro y bullicioso donde las apuestas y las bebidas fluían sin cesar. Ambos estaban encapuchados, ocultando sus identidades para evitar llamar la atención. Se sentaron en un rincón, con la vista fija en una gran pantalla mágica que mostraba el campo de batalla.
La pelea había sido brutal y despiadada. Todos los miembros del equipo de Rias habían caído uno tras otro, dejando solo a la pelirroja para enfrentarse a Raiser Phoenix y su reina. La desesperación era palpable, y el bar estaba lleno de demonios que observaban con interés y comentaban animadamente el desarrollo de la batalla. Issei sentía una mezcla de tensión y frustración al ver cómo los esfuerzos de los jóvenes no eran suficientes para derrotar a sus oponentes más experimentados.
Cuando Kiryu, con el poder de Ddraig, cayó derrotada, Issei apretó los puños. A pesar de su esfuerzo, aún no tenía un buen control sobre el poder del dragón y fue superada. Sintió tristeza y una profunda impotencia, pero sabía que la lucha aún no había terminado. Sin embargo, la situación se volvía más sombría a cada segundo.
Rias, la última en pie, luchaba con todo lo que tenía.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Su magia ardía con intensidad, pero las lágrimas en sus ojos revelaban la desesperación y el dolor que sentía. A cada golpe, a cada hechizo, la fuerza de Raiser parecía inquebrantable. Finalmente, con un último y devastador ataque, Rias fue derrotada. Cayó de rodillas, las lágrimas corriendo por su rostro
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
, mientras la reina de Raiser la sujetaba con una mueca de triunfo.
El bar estalló en celebraciones. Los demonios vitoreaban la victoria de Raiser, alzando sus copas y riendo estruendosamente. Issei sintió que la ira se apoderaba de él, sus ojos brillando con una furia contenida. No podía soportar ver a Rias así, derrotada y humillada, y la celebración de los demonios solo avivaba su rabia.
"Issei, por favor, vámonos," susurró Ingvild, tirando suavemente de su brazo. Su voz era suave, pero había un tono urgente en ella.
Issei miró a Ingvild, su rostro endurecido por la furia. "No puedo creer que celebren esto," gruñó entre dientes, con los ojos todavía fijos en la pantalla donde Rias yacía en el suelo.
