MONSTRUO

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Issei expandió su técnica, "Purga Divina"

 con la esperanza de liquidar a todos los invasores de un solo ataque

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con la esperanza de liquidar a todos los invasores de un solo ataque. Las ondas de energía cortante y purificadora se extendieron desde su cuerpo en todas direcciones, intentando barrer con todo lo que se encontrara a su alcance. Athena, a pesar de ser una aliada, no pudo evitar ser atrapada en la trayectoria del ataque debido a su proximidad. Aunque Issei la consideraba una aliada, no podía permitirse dejar ningún cabo suelto; después de todo, ella pertenecía al Panteón Griego, y su lealtad siempre sería incierta.

Gabriel, quien observaba desde la distancia, había planeado esta táctica junto con Issei. Su objetivo era simple pero arriesgado: alejar a los dioses lo suficiente para que Issei pudiera ejecutar su ataque sorpresa con el máximo efecto. Todo parecía desarrollarse a la perfección... o eso pensaban.

Gabriel, mientras tanto, se dedicaba a curar a los heridos con su magia, pero su atención nunca dejó de estar en Issei, esperando que su plan se ejecutara sin contratiempos. Sin embargo, lo inesperado ocurrió. Algo salió terriblemente mal.

La técnica de Issei golpeó el campo de batalla, pero en lugar de devastar a sus enemigos como lo había hecho antes, algo falló. Issei comenzó a sentir un dolor punzante en su cabeza, como si su cerebro estuviera siendo sometido a una presión intolerable. De repente, su nariz comenzó a sangrar profusamente, una corriente de sangre oscura corriendo por su rostro. Su visión se tornó borrosa, y el dolor se intensificó, provocando que Issei se llevara una mano a la cabeza, tambaleándose.

"¡Issei!" gritó Serafall, su corazón latiendo frenéticamente al ver la condición de su amigo. "¡¿Qué está pasando?!"

Gabriel, conocida por su compostura, trató de mantener la calma, pero su voz traicionó su miedo. "¡Issei!" gritó desesperada, acercándose lo más rápido que pudo. Era evidente que algo estaba muy mal.

El ataque de Issei no había alcanzado su rango habitual ni había causado el daño esperado. Su técnica, que normalmente podría arrasar con todo, ahora apenas había rasguñado la superficie del campo de batalla. En lugar de devastar a sus enemigos, la energía se disipó en el aire, dejando a los dioses griegos prácticamente ilesos.

Issei, mareado y débil, se dio cuenta de su error: había excedido los límites de su cuerpo. El uso repetido de la "Purga Divina" en su anterior combate con Nyx había llevado a su cuerpo al borde del colapso. Su cerebro estaba sobrecargado, y la regeneración constante de su sangre, aunque lo mantenía con vida, estaba fallando en curar las partes más críticas de su ser. Su cabeza latía con dolor, y su visión comenzó a oscurecerse.

Antes de que pudiera recuperarse, Zeus apareció frente a él en un abrir y cerrar de ojos, envuelto en una tormenta de rayos y furia. "Eres un idiota," escupió Zeus con desprecio antes de descargar un golpe tan brutal que envió a Issei volando por los aires.

El cuerpo de Issei fue lanzado como un muñeco de trapo, estrellándose contra el suelo con una fuerza que sacudió la tierra. El impacto lo dejó aturdido, y antes de que pudiera levantarse, Ares y Hefesto se abalanzaron sobre él.

LUCIFERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora