El Olimpo, Hogar de los Dioses Griegos
El Olimpo, hogar de los dioses griegos, es una majestuosa y etérea montaña que se eleva por encima de las nubes, más allá del alcance de los mortales. Sus cumbres están siempre bañadas por una luz dorada, un brillo celestial que jamás se apaga, simbolizando la eterna gloria y poder de sus habitantes divinos.
Al acercarse a la entrada del Olimpo, uno es recibido por gigantescas puertas doradas, adornadas con intrincados grabados que representan las hazañas y leyendas de los dioses. Estas puertas, protegidas por centinelas inmortales, se abren hacia un camino pavimentado con mármol blanco, que resplandece con un brillo casi sobrenatural. A lo largo del camino, jardines de una belleza indescriptible se extienden en todas direcciones. Flores de colores inimaginables, algunas que cambian de tonalidad con la luz del sol, perfuman el aire con fragancias dulces y embriagadoras. Fuentes de cristalina agua brotan en todas partes, sus suaves murmullos creando una sinfonía tranquilizadora.
El palacio de Zeus, situado en el punto más alto del Olimpo, es una obra maestra de la arquitectura divina. Sus columnas de mármol se elevan hacia el cielo, sostenidas por bases adornadas con esculturas de leones y grifos. Los muros del palacio están incrustados con gemas preciosas que reflejan la luz en un caleidoscopio de colores. En el interior, vastos salones se abren en una serie de cámaras y pasillos, cada uno más magnífico que el anterior. El suelo está cubierto por mosaicos de gran detalle, representando historias épicas de guerras, amor y traición. Los techos, decorados con frescos de cielos estrellados y escenas mitológicas, parecen casi infinitos en su altura.
El templo del dios de la guerra, Ares, hijo de Zeus y Hera, es un lugar imponente y sombrío, lleno de ecos de batallas pasadas y presagios de conflictos futuros. Las paredes de piedra están adornadas con armas y armaduras antiguas, trofeos de victorias obtenidas a lo largo de los siglos. En el centro del templo, una gran estatua de Ares en plena batalla domina el espacio, sus ojos de piedra mirando con intensidad al visitante.
Un demonio llegó al templo, infiltrado y nervioso. Su piel pálida y ojos oscuros reflejaban la tensión de su misión. Con pasos vacilantes, se acercó al altar donde Ares estaba sentado, su presencia imponente irradiando poder y violencia contenida.
"Mi señor Ares," dijo el demonio, inclinándose profundamente en señal de reverencia, su voz resonando como un susurro en la vasta cámara de piedra. "Vengo con noticias del Inframundo. El demonio Issei Lucifer ha regresado. Su vuelta ha causado un gran alboroto y ahora el Inframundo está dividido."
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LUCIFER
FanfictionLuz y oscuridad dos caminos conectados por un mismo nombre: "Lucifer"