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Capitulo completamente editado. Por eso no hay comentarios.

Perdonen los errores. <3

No podría decir con total exactitud donde estuve, ni cuanto tiempo transcurrió. Lo único que quedo en mi fueron sensaciones y emociones, una paz tan grande que no te daban ganas de soltar.

Pero habían muchos hilos tirando de mi para regresar. Muchas voces susurrando mi nombre, muchas manos extendidas hacia mi. Muchos corazones. Muchos amores. Muchas personas. Era demasiado como para simplemente dejarme ir.

Escuche sus llamados y ni toda la paz del mundo podria ser suficiente para obligarme a no escuchar. Yo siempre los elegiría ante cualquier cosa, tanto en vida como en muerte. No podía irme todavía. No por ellos, en especial por el. Había tanto por hacer con el. Tanto que decir, que simplemente abrí los ojos y volví.

Volví para poder remediar las cosas que hice y estar junto a él, la única paz que necesitaba la tenía viendo sus ojos. Esos ojos que siempre me observaron con respeto, cariño y admiración. Con emociones sinceras, siendo su dueño la mejor definición de lealtad que se pueda encontrar. Un hombre con ojos de cielo y un perfecto equilibrio de bien y mal. Un hombre que puede ser tan fuerte como consecuente. Un hombre inteligente, incorruptible, obstinado y suspicaz. Un compañero perfecto. Un amigo. Un amor. Todo lo que pudiese necesitar estaba en el.

Y aquí estaba. Vivo y feliz. Con mi espalda y pies enterrados en la arena, el sonido del mar tocando en mis oídos, y los rayos del sol acariciando mi piel con ternura. Pero mi feliz estado de paz, incitado a conciliar el sueño resultaba difícil con todo el bullicio, risas y gritos exasperantes a mi maldito lado. Eran simples animales. Monos salvajes y sin cerebro incapaces de sentir compresión y ternura por alguien que quiere estar tranquilo. No es tan complicado, pero si eres parte de una pandilla de monos como yo, eso ocurría.

—Ni mi abuelo viene a la maldita playa a dormir. Puto vago.—Abro mis ojos e intento centrar mi vista en el gigante de coleta rubia y short verdes que me tapa el sol. Pongo una de mis manos sobre mis ojos y frunzo el rostro hacia su dirección.

—No tienes abuelos.—Digo, de forma obvia. Sacudo mi pierna cuando el patea arena, con una sonrisa tonta en su cara tonta. Draken se ve de tan buen humor que nada de lo que yo haga o diga podria afectarlo, pero no quiero hacer eso en verdad.

—Eso pudo lastimarme mucho.—Se que no lo hace. Sus manos van a sus caderas, y mis ojos se pasean vagamente en la cicatriz que decora su abdomen. Yo tengo dos iguales, una en la espalda, y otra por delante. Un recordatorio permanente de todo lo que pude perder ese día, el peor de mi vida. O quizá el segundo peor.

—Que mal.—Vuelvo a cerrar mis ojos y pongo mis manos tras mi cabeza, haciéndole entender mis carentes ganas de entablar una conversación en estos momentos. No tengo ganas de discutir yo tampoco, ni salir de mi estado de relajación. Lo escucho maldecir mi nombre, y sus pasos arrastrarse por la arena lejos de mi.

Es la primera salida que hemos tenido en semanas. Al menos, fuera de la ciudad. Venir a la playa con los chicos siempre fue habitual. Esta vez nuestro capitán fue el de la idea, y eso fue suficiente para dejar las clases, salir del colegió como reos, y venir aquí. Iría con ellos hacer un desastre en poco tiempo, pero ahora solo quería respirar.

Más bien, quería disfrutar algunos minutos más de los cuales podría controlar mis emociones. Porque en algún momento llegará cierto rubio y me pondrá todo cuesta arriba.

Es gracioso que su presencia me ponga ansioso después de todo lo qué pasó. Pero esta ocasión es diferente, y ya no estamos los dos solos con nuestro secreto. Ahora hay dos cómplices más, que están al tanto de todo lo qué pasó entre nosotros dos, y es tan vergonzoso. Aún así jamás lo admitiría en voz alta. Y solo Dios sabrá lo difícil que es aparentar tranquilidad y calma, fingir que no veo esas miradas, y en especial, que mi corazón no salta como loco por estar cerca de él.

PETTING • Bajifuyu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora