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Han pasado 84 años <|3 perdón por los errores

Los días comenzaban a ser más cortos, las noches más frías y largas, pero me gustaba. Siempre disfrute de los paseos nocturnos en solitario, acompañado de buena música y las estrellas, pero  hoy estaba inusualmente oscuro. La luna esta escondida, y las estrellas son tapadas por nubes oscuras y densas, cargadas de agua. El invierno comenzaba.

Pero hoy no es una noche normal, ni este un paseo de relajación como acostumbran a serlo. Mi salida de casa fue incentivada, debido a una llamada para ofrecerme una extraña y sospechosa reunión de la cual no estaba seguro si aceptar, pero aquí estaba.

El lugar de encuentro es una calle desolada, cruzando el viejo puente de los candados rotos, del cual quitaron todas aquellas pesadas promesas que amenazaban con tirarlo abajo. He llegado algunos minutos antes, así que tomo asiento en las viejas escaleras de cemento a orillas del Río, buscando calma en lo pacifico de sus agua.

Siento mi celular soñar en mi bolsillo deteniendo mi música, así que optó por quitar mis auriculares y escuchar la melodía del viento, que hace bailar mi cabello. Se que es Baji intentando comunicarse conmigo, o fue a mi casa y no me encontró, o me vio salir del complejo.

Eso significa que tendría que decirle una mentira cuando me preguntara, cosa que no me gusta hacer, mucho menos a él. Pero tengo tiempo para decidir si será buena idea o no confesarle que hago aquí, porque la verdad es que ni yo lo sé.

Pasos flojos llaman mi atención, y giro la cabeza en dirección al chico que camina arrastrando los pies contra el suelo, trayendo un sonajero de piedras consigo. Parece una sombra, todo de negro y encapuchado pero yo sé muy bien quién es. Aún así, me quedó en mi posición sin mover un músculo, sin saber bien como reaccionar ante su presencia.

Se detiene a pocos pasos de mi, y solo puedo verle la cara cuando levanto un poco la cabeza. La tensión me recorre por completo, y el desagrado fluye al encontrarme con sus ojos.

Me quedó en silencio, incapaz de ser yo quien diga la primera palabra y rompa el silencio, creado debido a que él me cito a este lugar, y aún cuando tengo preguntas para el. Comenzando quizá el como se consiguió mi número de celular.

—Ha pasado mucho tiempo, Matsuno Chifuyu.—Habla finalmente, y puedo notar una pizca de superioridad en su voz, quizá porque el último recuerdo que tiene de mi, es cuando me golpearon frente a todo el valhalla, pero las cosas han cambiado.

Me levanto casi con pereza de tener que lidiar con su presencia, pero aún así no apartó los ojos de él, atento a cualquier movimiento de su parte, tal como lo hace el conmigo. Subo los escalones para llegar a su altura, y me planto frente a él.

—Kazutora Hanemiya.—Susurro su nombre, arrastrando las palabras con un toque de amargura.

—Me sorprende que accedieras a venir a este lugar. Incluso creí que me esperarías con una emboscada.—El ríe con gracia y yo lo ignoro.

—¿Por qué me has citado aquí?—Pregunto, yendo directo al grano.

El silencio vuelve a interponerse entre nosotros.
No lo veo desde hace meses, pero puedo recordarlo perfectamente, como olvidarlo después de lo que hizo.
Ahora luce un poco diferente, su cabello está más largo de lo que recordaba, y mal atado, ademas, ahora soy ligeramente más alto. Trae una capucha que le cubre hasta la frente, y ese reconocido cascabel de arete, que luce tan desgastado como el.

—Tu y yo jamás fuimos presentados de manera correcta. ¿No es así?—El ladea la cabeza, y el cascabel tintinea.—El único recuerdo que te tengo, es cuando mi mejor amigo estaba sobre ti, moliéndote a golpes.—Kazutora sostiene una sonrisa y su mano cae a mi hombro fingiendo simpatía, la cual apartó fuertemente. Si es algún tipo de provocación, no me interesa. Mantengo mi expresión neutral en todo momento, y meto mis manos en los bolsillos de mi chaqueta.

PETTING • Bajifuyu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora