Capítulo 7 / Capítulo 8

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Jamie se arrastró hasta la cama. No podía sacarse de la cabeza la imagen de Alex en la piscina. Con solo pensar en su cuerpo se humedecía.

–Contrólate –se bisbiseó y tiró de las mantas para cubrirse la cabeza–. Es
tu maldito jefe. ¡Déjalo ya!

Pero su imagen haciendo largos siguió clavada en el interior de sus
párpados mientras se quedó dormida. No tardó mucho en entrar en un sueño inquieto en el que soñar era su única escapatoria.

Jamie estaba tumbada, tomando el sol junto a la piscina. Disfrutando del
poco habitual calor de aquel día primaveral. Sonreía feliz porque al fin se sentía cómoda en bikini en una piscina. Al parecer la dieta y el ejercicio habían funcionado. Tenía la tripa totalmente plana y ni rastro de exceso alguno; sus músculos abdominales marcados se veían entre las sombras del protector solar.
Retiró las gafas de sol de su cara y cerró los ojos, disfrutando del calor
que el sol dejaba sobre su piel.

–¿Lo pasas bien? –La voz profunda de Alex sonó encima de ella unos
segundos después.

Abrió los ojos y se sentó sonriendo.

–Es el primer día que puedo salir sin temblar. He pensado que debía
aprovecharlo.

Los ojos de él, de un azul brillante y cargados de deseo, se deslizaron
hacia abajo, recorriendo todo su cuerpo, haciendo que Jamie sintiera aún más calor.

–Me alegro –dijo con voz grave y sonrió. Jamie se sonrojó y vio cómo los ojos de él se hacían más profundos–. Ni te imaginas lo sexy que estás cuando te sonrojas de esa forma–. La voz de Alex salió como si le rogara que parara, aunque ella no estaba haciendo nada.

Jamie se mordió el labio y sintió la necesidad de frotar sus muslos entre
sí. Se removió ante la penetrante mirada de Alex, incapaz de respirar con normalidad.

Alex echó un vistazo al paisaje que había frente a ellos y se quitó la
camiseta.

–Había salido a nadar –dijo, tirando la camiseta sin ningún cuidado cerca
de Jamie.

Ella percibió una oleada del aroma de él mientras la camiseta aterrizaba a
tan solo unos milímetros. Volvió a sentir que él la miraba, bebiéndosela
entera.

–¿Vienes? –La voz de Alex había vuelto a adquirir ese tono de ruego.

Jamie se quedó sin voz, cada vez más excitada. En la piscina iba a ocurrir
algo más que nadar.

–Cre... Creo que voy a pensarlo –murmuró.

Se le encogió el estómago al pensar en cómo sería el sexo con él en la
piscina. Se puso las gafas de sol y dejó que sus ojos recorrieran los abdominales y los bíceps que se movían mientras él bajaba la cremallera de sus vaqueros para dejar a la vista un bañador azul oscuro que le sentaba de maravilla.

–Sé que me estás mirando. –Alex sonrió y se giró para que ella pudiera verlo mejor, sin importarle en absoluto que ella quisiera mirarlo.

–Estás de un sexy que te mueres –le dijo a Alex sin ninguna vergüenza de
admitirlo.

Alex se arrodilló y tomó su mano para levantarla y tirar de ella hasta que sus cuerpos quedaron pegados. Sus manos bajaron para sujetarle la cadera, sus dedos explorando su trasero. A Jamie se le cortó la respiración cuando sus ojos bajaron hasta encontrarse con los labios de él.

Alex le quitó las gafas y le sujetó con suavidad la mejilla para hacer que levantara la cara. Sus labios se encontraron hambrientos. Jamie suspiró y se fundió en el beso, entrelazando los brazos sobre los
hombros de Alex y, después, echándose hacia atrás. Tenía que estar segura.

LA ASISTENTE PERSONAL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora