Capítulo 10/ Capítulo 11 / Capítulo 12

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Jamie se reportó con Alex antes de terminar con todo, pero él se negó a ir a irse con ella a la casa. El haber cancelado sus citas debe haber sido lo mejor que le pasó en el día. De acuerdo con lo que veía, estaba de mejor humor, inclusive con tanto trabajo.

Todos estaban atareados. Sus llegadas tarde, más el día libre que se había tomado por Mark; todo la había hecho retrasar. Estar sentada en el escritorio de Gina la había obligado a hacer dos trabajos a la vez. Estaba muy retrasada.No tenía mucha importancia: el trabajo seguiría allí al día siguiente y podía llevar con ella los archivos a la casa para trabajar durante la noche. Es la clase de trabajo en el cual nunca estás al día. Jamie comenzaba a entender que, si estabas un paso adelante; luego, en algún lugar, o de alguna manera, se estaba perdiendo dinero.

Se fue con Mark a la casa y, en el camino, pararon a cenar en el negocio de hamburguesas ya que ninguno de los dos quería cocinar. Mientras Mark estacionaba el auto, le escribió a Murray para que se encargara de las comidas de Alex del resto de la semana. Recibió un mensaje automático que decía que no estaría disponible por otros diez días.

«Debe estar de vacaciones, maldito afortunado.»

Salió de la camioneta y cojeó hasta la puerta de ingreso; su tobillo se sentía peor que en la mañana.

—Necesitarás un doctor si se te hincha. Te pondré un poco de hielo cuando lleguemos a la casa y luego me iré.

Mark sonrió y retuvo la puerta abierta. Jamie entró al tan necesitado calor del restaurante.

—Suena bien para mí.

Una copa de vino sería la compañía perfecta hasta que Alex llegara a la casa. Caminó hasta el mostrador y miró la pizarra para elegir

—. Usualmente, elijo dos de estas bellezas, pero solo termino uno y medio. ¿Quieres la otra mitad? ¿O estás de humor como para una completa?

Se paró tras ella para ayudarla a tomar una decisión.

—Quisiera eso. Estaba pensando en una hamburguesa doble con queso,
pero no quiero tantas calorías.

Ella sonrió y sacó su billetera

—. Yo pago.

—Nop. Es mi turno.

Mark le corrió la mano cuando trató de darle a la señora la tarjeta de crédito.

—En verdad. Ve a buscar un asiento que yo llevaré todo. ¿Coca-Cola u otra cosa?

—Coca-Cola light, por favor.

Jamie sonrió y caminó hasta una de las mesas, se dejó caer en el asiento. Tenía que existir la esperanza de que Alex fuera capaz de encontrar algún indicio de balance durante los siguientes años. Le encantaba pasar el tiempo con su hermano. Con suerte, seguirían haciéndolo durante los años venideros. Pero tenía que ser honesta: preferiría pasar el tiempo con Alex.

Miró fijo a la ventana y trató de ordenar sus pensamientos en su cabeza. Pensaba a largo plazo. Obligarlo a un cambio; o decirle que necesitaba pasar menos tiempo en la oficina, no iba a dar resultado. Lo amaba por lo que era y su negocio había sido su bebé desde mucho antes que ella apareciera.

Trabajaba con él y podía verlo todo el día. Entonces, ¿por qué quejarse Suspiró al considerar cómo la recompensaba en la cama por sus ausencias en la cena. Sabía cómo hacer el amor. ¡Maldición! Era mejor en eso, que haciendo millones. Y ya era fantástico haciendo fortuna. Se incorporó en su asiento, con la calidez de los pensamientos que corrían en su mente. Lo extrañaba, aun sabiendo la clase de vida a la que se estaba apuntando por él. Sacó su teléfono y le envió un mensaje. Quería que él sepa que estaba pensando en él y que no podía esperar hasta que llegara a la casa por la noche.

LA ASISTENTE PERSONAL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora