Seguía enfadada a la mañana siguiente cuando se despertó, pero intentó ignorarlo. Sí que estaban hechos para estar juntos, tan solo tenían que limar asperezas; no quedaba de otra. No quería trabajar para nadie más y desde luego no quería a ninguna otra persona ni en su cama ni en su vida.
Su padre le mandó un mensaje al móvil para ver si podían desayunar juntos. Jamie aceptó, aunque con solo pensar en más dramas se desbordaba. Condujo hasta la pequeña cafetería que su padre adoraba, destrozada por la amargura que le había dejado el viaje de trabajo con Alex. Se suponía que iban a pasar tiempo bonito juntos tanto el fin de semana anterior como en Philadelphia, pero nada. Siempre surgía algo y, últimamente, ese algo siempre era él y su carácter de mierda.
Bajó del coche y dio un portazo, obteniendo así la atención de una pareja joven que estaba de pie cerca del coche.
–Lo siento, es que la puerta se atasca.
Se encogió de hombros con timidez y entró hacia el rico aroma de sirope de maple y café.
Su padre se puso de pie y movió la mano para saludarla; la sonrisa en su cara era una delicia tras la noche de horror.
–Hola, pequeña.
Se acercó a ella y la envolvió en un cálido abrazo
–.¿Por qué tienes los ojos hinchados?
–¿Se nota? He intentado por todos los medios que se deshincharan, aunque supongo que no dormir siempre se me acaba notando.
Jamie se sentó y movió la taza de café que había frente a ella. Una camarera vino casi de inmediato. Jamie le pidió tortitas con chispas de chocolate, nueces pecanas y extra de mantequilla. Su padre se pidió lo
mismo.–Algo no va bien. Cuéntamelo.
Su padre pasó una mano sobre la mesa para tocar el brazo de Jamie.
–. ¿Problemas de hombres?
–Siempre son un problema los hombres.
Se quedó mirando su café y dejó escapar un largo suspiro.
–. Pero no hablemos de mí, hablemos de ti.
–De acuerdo. Quería verte para decirte que voy a pedir el divorcio. Voy a alquilar un piso en el centro, tiene dos dormitorios, así que si necesitas alojamiento siempre tendrás espacio en mi casa.
Sonrió con cariño.
Jamie levantó la mirada y lo estudió con atención; su piel estaba mejor, más sana de lo que había estado en años. Había estado bien con su madre durante mucho tiempo, pero los últimos cinco o seis años había tenido un aspecto cada vez peor.
–Me alegro. Siento que las cosas no vayan bien entre mamá y tú. Aunque sinceramente te veo muy bien, papá.
–Me siento bien. –Levantó los brazos y se estiró–. Estoy harto de que me
traten a palos. El resto de mis días los voy a pasar con alguien que me adore de verdad o solo. No me importa estar solo.–A mí tampoco. –Admitió ella.
–Tú eres demasiado joven para ser cínica –se rió y se apartó porque
llegaba la comida–. Guau, qué rápido.–En este sitio siempre traen la comida rápido. Es uno de los motivos por los que me gusta tanto.
Jamie pasó el dedo sobre el sirope de las tortitas y luego se lo lamió.
–. El otro motivo es este sirope casero.
Rieron y hablaron sobre los planes de su padre mientras desayunaban. Cuando acabaron, Jamie se sentía mejor, mucho más centrada y firme. Era una buena mujer, el problema no era lo que ella valía, sino cómo trataba Alex a las mujeres y lo mucho que le costaba dejar entrar a una buena mujer en su vida.
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LA ASISTENTE PERSONAL
RomansaDe la autora, Lexy Timms, llega una novela romántica de multimillonarios que te hará perder la cabeza; te enamorarás como la primera vez. OJO ESTÁ NOVELA NO ES MÍA AÚN ASÍ APOLLALA POR FAVOR ** The Boss es el primer libro de la serie La Asistente P...