Capítulo 13 / Capítulo 14

1K 68 0
                                    

Hacía bastante rato que la tormenta había terminado cuando volvieron a casa del padre de Alex. Mientras conducían, la radio sonaba bajito con una estación de música country. Jamie se quedó dormida, con un cansancio placentero.

Cuando Alex paró la camioneta Jamie se dio cuenta de que habían llegado a la casa. Se enderezó y parpadeó, mirando a su alrededor.

–Jamie... –Alex tenía la mirada al frente, sus manos jugaban con las llaves. Abrió la puerta del garaje pero no había metido la camioneta aún–. Quiero disculparme por lo que ha ocurrido.

–No tienes que disculparte –Jamie le tocó la mano–. Yo lo deseaba claramente. –Sonrió con amplitud–. Las dos veces.

Alex pasó las manos al volante para evitar las manos de Jamie.

–No debe volver a ocurrir. –Alex meneó la cabeza–. No ha significado nada. Con todo lo que está ocurriendo necesitaba distraerme. Solo ha sido eso. Lo siento. No debería haberlo hecho. –Se negaba a mirar a Jamie a los ojos.

Aquella confesión fue como un golpe en el estómago. Jamie dijo una palabrota entre dientes. ¡Debería haberlo sabido!Ella solo podía ser un
pasatiempo para él, una distracción agradable. Él era incapaz de sentir nada más por nadie. Quizás se había abierto a ella más que a ninguna otra persona, así que Jamie debía sentir como un logro haber obtenido tanto de él. Había creído que se había tratado de algo más que puro sexo debajo del puente.

Pero solo son ilusiones. Un pensamiento estúpido.

–Por supuesto. –Tragó–. Me... Me alegro de que me lo digas. No busco nada más. No volverá a ocurrir.

¡Joder, le había hablado de su sueño!

Quería morir de vergüenza.

Él la miró con lo que Jamie tan solo podía interpretar como lástima.

–Jamie...

–No. Está bien. –Abrió la puerta de la camioneta–. Los vecinos van a empezar a preguntarse por qué nos quedamos sentados aquí dentro.

Forzó una media sonrisa antes de bajar, dejando a Alex sentado en la camioneta, mirándola con anhelo y lamento. La cara de Alex la hirió más que sus palabras. Jamie sabía que él nunca podría interesarse por ella. Ella era tan solo una distracción. No había otra persona disponible y ella estaba más que dispuesta. Había actuado como una maldita perra en celo.

¡Y luego había pedido más!
¿Qué demonios estaba pensando?
¿Cómo narices iba a aguantar los días que faltaban?

Jamie entró deprisa a la casa, agradeciendo que la puerta no estuviera cerrada con llave. Corrió escaleras arriba hasta el baño.

Cuando salió oyó a Alex moviéndose en la cocina y el tintineo de un vaso sobre la encimera. Esperó en el pasillo, no quería bajar y tener que hablar de nada con Alex. Se dio cuenta de que solo una de las puertas de la planta de abajo estaba cerrada
del todo.

Con curiosidad, se acercó e intentó abrirla. No estaba cerrada con llave, así que pudo mirar dentro. La habitación estaba llena de fotos de familia y pósters de estrellas del rock y de jugadores de baseball. Jamie reconoció a unos jóvenes Alex y Mark con sus padres. Mark parecía el chico de oro, mientras que Alex siempre tenía un aire de malicia.A medida que los chicos se hicieron mayores, la oscuridad en Alex se hizo mucho más evidente. No había ninguna foto de Alex más allá de los quince, pero sí que había un par de sus padres con Mark más mayores. Jamie tragó. Aunque todo hubiese sido por el bien de Alex, ella entendía que él se hubiera amargado. Aquellas fotos le recordaban a su propia familia.

LA ASISTENTE PERSONAL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora