Capítulo 16º.

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Una hora, una hora completa llena de golpes a una pelota, caídas apropositos para llegar a una base, sacudidas del propio albero del campo, corridas donde se dejaban sus rodillas, y miradas, miradas fulmines entre los dos capitanes que había hecho el entrenador en ese entrenamientos. Donde dos pares de castaños parecían lanzar relámpagos solo al cruzarse, pero el entrenamiento había acabado. En empate, un buen resultado si se pensaba con cabeza, ya que eso demostraba que los equipos podían estar muy equitativos.

Aunque la competitividad era más que notoria entre los dos capitanes, siendo Luz una de ellas, intentó no recordar aquel pasado que arrastraba con ella su rival, yendo directamente a ofrecer su mano de manera en un ademán de respeto por sus jugadas, y por su equipo los cuales también eran sus compañeros, al fin y al cabo.

— Bien jugado Mattholomule. — La mano de Luz se elevó, frente al chico que aún estaba sacudiendo los restos de polvo de su uniforme.

Los castaños del nombrado solo pudieron volcarse en aquella mano llena de polvo y con algún que otro rasguño debido al entrenamiento, unas orbes que pasaron de aquella mano hasta el rostro de su rival, un rostro que mostraba una media sonrisa.

— Aparta tus sucias manos de mí, Noceda.

El chico elevó su diestra, pero no para corresponder aquel apretón de mano, no, sino para darle un manotazo a aquella mano que estaba ante él. Un manotazo que empujó la mano de Luz, para que esta misma cayera por su propio peso. Antes de que la latina pudiera decir o hacer algo, el chico cogió su camino para los vestuarios, seguramente a cambiarse y olvidar aquel partido, que habrá tomado como una derrota.

La chica tuvo que soltar un suspiro antes de enfundar sus manos en los bolsillos de su uniforme. Un uniforme azul con las letras que nombraban su equipo en colores amarillos, esos eran los colores de Hexside. Sus pasos iban a seguir los pasos de Matt hasta los vestuarios, hasta que cierto rostro de cierta persona le vino a la mente, provocando que sus comisuras se alzaran al instante.

El campo se estaba quedando vacío por minuto, ya que bueno, el entrenamiento había acabado y los jugadores solo querían marchar a sus casa para descansar. Pero aún quedaban animadoras que daban sus últimos pasos y estiramientos. Entre aquellas, algo apartada, estaba Amity Blight

Los castaños de Luz, se conviertieron en un negro total gracias a sus pupilas que se habían dilatado ante la presencia de aquella chica, que no pareció notar su presencia. Y es que, estaba demasiado concentrada realizando sus piruetas acompañadas de volteretas, no fue hasta que sus dos pies tocaron totalmente el suelo, que las palmas de la latina empezaron a chocar entre sí, en un aplauso lento. Un aplauso que llamó la atención de la animadora colocando sus ámbar sobre la chica que le estaba admirando a unos pocos metros.

— ¿Tienes algún problema, Noceda? — Amity pareció no prestarle mucha atención a la latina, es más empezó a estirar las extremidades de su cuerpo, desde sus brazos hasta sus piernas, evitando una mirada directa, pero teniéndola aún de soslayo.

— ¿Yo? — Su índice se apuntó a sí misma, no sin antes mirar a su alrededor, aunque no hubiera nadie lo suficientemente cerca para que se refiriera a otra persona, o simplemente que se apellidara como ella, su mirada volvió a la que tenía enfrente para ladear un poco su cabeza hacia un lado, dando una imagen dubitativa —. Ninguno, Blight, ¿tienes tú alguno con que te observen?

La indiferencia que adornaba el rostro de la animadora, pasó a tener una sonrisa que acabó en un chasquido de su lengua. Amity, dejó de estirarse, para, sin ningún miedo, y con todo el descaro del mundo, con sus brazos cruzados entre sí. Acercarse a aquella Luz que aún tenía sus orbes sobre ella.

Y es que aunque su postura podía llegar a imponer, retrocediendo al más débil, la jugadora no dio ni un paso, no achantó, ni siquiera parpadeo, porque sí, deleitarse de aquella imagen era ahora lo que la tenía embelesada. No fue hasta que la tuvo a pocos centímetros, aún con la postura que había tomado al caminar, que volvió a respirar.

Instituto Hexside.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora