Capítulo 20º.

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La música reinaba en toda la manzana, el origen de la música era más que claro. Un gran chalet comparado a las mansiones con las que contaban muchos de los alumnos de Hexside. Un chalet en el que se podía ver el interior atraves de sus ventanas, opacadas por el humo y luces que cambiaban al segundo de color. Y es que, así eran normalmente las fiestas de los que contaban con más dinero de lo común, mucho más dinero de lo común.

Ante cierto grupo de adolescentes, estaban aquellos imponentes muros que se ceñían sin tener un fin, todas sus orbes se apuntaron entre ellos para acabar en el portón de esa lujosa mansión, al que su correspondiente dueño lo llamaría hogar. Solo había una chica en aquel grupo, que no miraba dicho hogar con algo de asombro, y es que ésta ya estaba más que acostumbrada a ver esas paredes. Una chica que destacaba por ser la única que llevaba una maleta que ya a primera vista, parecía pesada.

— No ha cambiado absolutamente nada.— Fue Luz la primera en comentar sobre el estado de aquel chalet.

— ¿A qué te refieres Noceda? — Aunque la curiosidad estaban en todo el grupo de adolescentes, fue Boscha la que alzó la voz en forma de interrogante.

— Ya os lo dije, conozco esta casa, y es de uno de los secuaces del imbécil de Alexander Ice, hijo del "todopoderoso" director. — Las manos de Luz recalcaron aquel todopoderoso haciendo comillas con sus propios dedos—. Y que fue, y sigue siendo al parecer, el foco principal de las fiestas de Glandus.

— Entonces...¿Ya conoces al completo sus rincones? — Esta vez fue Gus, quien resaltó con un tono algo sugerente que llamó la especial atención de cierta chica ahí presente también.

— Hasta los más oscuros — Luz no se quedó corta en su respuesta, dando con el mismo tono sugerente que empleó Gus, añadiendo un sutil movimiento de cejas.

Un crujir de algo, hizo que a Luz le recorriera un escalofrío por su espalda, no fue hasta que giró su rostro, que obtuvo respuestas. Desde ese"algo" que eran los nudillos de Amity contra su palma. Hasta el origen de ese escalofrío, una mirada penetrante que parecía escupir fuego, y que, en cualquier momento iba a atravesarla.

— ¿A qué te refieres con los más oscuros, Noceda?

Su garganta se secó al instante de ver aquellos orbes, amenazantes, acompañados de la tonalidad de sus palabras. Juraría que el ámbar de Amity se habían tornado a un color más oscuro, un cobrizo parecido a sus raíces, por supuesto que aquello le hizo temblar. Sus glándulas sublinguales, empezaron a elaborar dicha saliva, que volvería a humedecer su boca. Y que recorrería dicha garganta en un trago carrasposo. Las palabras intentaban salir de sus labios, unas que temblaban y acababan en un simple tartamudeo.

— Venga venga, las enamoradas que dejen de pelearse. — Tal y como soltó Boscha, Amity chasqueó su lengua contra su paladar, sus brazos se cruzaron y su mirada acabó en un tirón hacia otro lado que no fuera esa Luz que había tensado con una simple pregunta —. Tenemos que entrar a ese estercolero.— El índice de Boscha apuntó al portón de aquella "casa" por llamarlo de manera simple —. Skara, ¿ya has avisado al imbécil con el que compartes fluidos?

La nombrada tenía sus orbes puestos en su móvil, con algún chat abierto, el que seguramente sería del chico que iba a abrirles las puertas de ese hogar. Luz se acercó a esa Willow, que se limitaba a observar, sí, aprovechó que Boscha estaba distraída, y que Amity estaba intentando ser calmada por un Gus que ni atrevía a rozarla.

— Es increíble lo fina que es tu novia. — Soltó en un leve susurro dirigido a una de sus mejores amigas, pero fue lo suficientemente alto para que cierta chica de pelos peculiarmente rosas, girara su rostro con sus ojos totalmente entrecerrados.

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