Capítulo 1º.

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Oh, amado y odiado septiembre.

Posiblemente el mes que más aborrecía la mayoría de estudiantes, aunque dentro de ese desprecio en el que tenían que dejar el dulce sabor del verano y volver al amargo sabor del papel y las eternas horas en los aulas. Existía ese sentimiento de añoranza por ciertos compañeros, amigos, incluso que no podían llegar a ver durante dichas vacaciones.

Oh sí, la tranquilidad y la paz de los pasillos del prestigioso instituto Hexside, fue esfumada por cientos de adolescentes con sus gritos y hormonas revolucionadas.

Pero centrémonos en cierta morena que se había llevado robada algunas miradas, desde los renacuajos que acababan de salir del cascarón, es decir, los del primer curso. Hasta los forjados ya en la experiencia del último año. Una chica con rasgos latinos, ropa algo holgada por parte de arriba, con una simple chaqueta verde y una camiseta rayas morada. En cambio, por su parte baja, tenía unos pantalones pitillos, rotos adrede (como la mayoría de pantalones que ahora se llevaban) pero si había una prenda común pero que no todo el mundo llevaba, era un gorro de lana roja.

Sí, era una cara nueva lo cual, obviamente llamaba la atención a los que ya llevaban años entre aquellas paredes, pero no era aquello lo que había más de un par de orbes. Era la actitud de aquella adolescente, unos andares llenos de orgullos, una de sus comisuras alzada, formando una media sonrisa. Y lo más a destacar en un bate con el burdeo más intenso colgado sobre su hombro.

Sus pasos acabaron frente a la puerta del director, donde ni siquiera se molestó en dar un par de golpes de cordialidad antes de entrar.


*****


Una de las propietarias de aquellas miradas que fueron dirigidas hacia la chica de rasgos latinos, pertenecía a cierta chica que también destacaba sobre la multitud, pero que no se llevaba ninguna mirada más que del grupo de amigas que tenía a su alrededor, y mucho menos destacaba por tener un bate sobre sus hombros, no. Está lo hacía por el color esmeralda de su pelo, nada natural y poco común que llegaba hasta su espalda.

— ¿Se te perdió algo con esa chica? — fue la voz de cierta fémina con sus cabellos rosados, la que hizo que sus ojos, avellanados, se apartaran de la latina para acabar en la que originó aquella absurda pregunta.

— No digas estupideces Bosha, pero jamás la había visto por aquí.-- Las orbes de la chica intentaron volver a buscar a su objetivo, un intento fallido, ya que la chica había desaparecido entre la multitud.

— Es nueva, la expulsaron de su anterior instituto. No se sabe el motivo, pero seguramente sea por peleas -.Una tercera voz entró en escena, esta perteneciendo a una morena con unos centímetros menos que las anteriores dos.

— ¿Cómo lo sabes Skara?— La chica de cabellos verdosos fue esta vez quien cuestionó a la llamada Skara.

— Contactos, querida Amity, contactos. — Una sonrisa de picardía se plasmó en los labios de Skara.

—Seguramente sea por tu noviecito, suele andar con personas de la calaña de esa chica.-- Protestó bosha en un tono algo despectivo hacia la nueva chica.

— Como si nosotras fuéramos el mejor ejemplo Bosha.— Skara fue sarcastica en sus palabras, aunque razón no le faltaba. Ya que las pintas que tenian las tres chicas, no gritaba que fueran de las más buenas en el instituto. Aunque nunca había que juzgar un libro por su portada, puede que esta portada no se equivocara tanto como solían hacerlo.

Amity chasqueó su lengua, para acabar dejando aquella conversación y dirigirse al casillero que le habían asignado desde primer curso.


*****


El que la puerta se cerrara tras la morena, fue el detonante para que su sonrisa se ampliara totalmente, llegando a enseñar sus incisivos ante la mujer que estaba ante ella. Una mujer de cabellos canosos, pero que en su rostro aún se podía notar algo de juventud. Y que al igual que la joven adolescente que tenía ante ella, una sonrisa estaba plasmada en su rostro. Se puso en pie, siendo sus manos el apoyo para no acabar cayendo sobre la mesa, en la que ahora posaba dichas extremidades.

— Luz Noceda en mis pasillos, al fin, quién lo diría. Aunque la causa haya sido por ser tu último recurso.— Sus últimas palabras quedaron en un susurro, ya que bueno, tampoco era algo de lo que enorgullecerse. La ya, señora, dejó su posición de poder tras el escritorio para dar un abrazo a la chica que estaba en su despacho, un abrazo que la contrario no dudó en corresponder, aunque solo durara unos segundos.

—Tía Eda, creía que nunca te vería en traje.— Los orbes de luz, recorrieron al completo el cuerpo de Eda, que portaba un elegante traje marrón. Eda, estiró sus brazos en cruz acompañado de una cabeza bien erguida en su propio orgullo girando sobre sí misma, mostrándole todos los ángulos a noceda.

Instituto Hexside.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora