Capítulo 28º.

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La estrella que indicaba que ya había acabado las horas de sueños salía por el este, dando a que el cielo se encendiera entre llamas rojizas, azuladas y rosadas, esos rayos que salían chocaban como una invitación al despertar en una de las ventanas de la mansión de los Blight. ¿En su interior? Albergaba a dos chicas en las que Morfeo había fallado en su trabajo, ambas tapadas por una fina sábana. Luz dejaba caricias en la palidez de los brazos ajenos, unos que estaban posados sobre su pecho al igual que ese rostro de porcelana. Y Amity simplemente disfrutaba de esa sinfonía que producia los latidos de la chica a la que se había entregado en todo ser. Esos latidos relajaban su alma, pero en su cabeza aún continuaba una pregunta que por unas horas se volatilizó.

— ¿Cuándo acabarás con esa deuda? — Ahí estaba una de las grandes preguntas que más temía Luz, intentó mantener la calma y que sus caricias no cesaran por el miedo que había comenzado a acecharla.

— Pronto, muy pronto, pero...

Los sentidos de la Amity se alertaron, y su cabeza se irguió en busca de esos café que tan solo al verlos podía ver la verdad tras ellos. No se equivocaba, cuando tras los peros pocas veces eran buenas noticias. Ya temía lo peor.

— ¿Pero?

El tener esos ámbar sobre ella, sólo ayudó a que su cuerpo se tensara bajo la desnudez de la ajena, el miedo prolifera, temía como se lo iba a tomar, pero sus labios se humedecieron junto en una bocanada de aire que le dieron las fuerzas para decir lo que tenía que decir.

— Me ofreció trabajar, para él, es decir ya consigo algo de dinero por lo que hago. Pero imagínate cómo podría ayudar a mi madre con lo que gane al completo. Puede que llegara un punto en el que no le hiciera falta trabajar.

A Amity le faltaron los segundos, para levantarse de la cama, llevándo consigo la sábana que las cubría. Sus pasos fueron de una pared a otra, era un león enjaulado apunto de estallar contra su presa, un león de una majestuosa melena cobriza y azul eléctrico. Su rostro estaba en rojo de cólera. Las palabras estaban atascadas en su garganta, sus ámbar que fueron puro amor se transformaron en el más vivo fuego, definitivamente Amity daba miedo. Y Luz solo se podía limitar a observar apoyada sobre sus brazos. En ese momento temía a esa mujer.

— ¿Lo dices en serio? ¡¿Estás considerando eso?! — Al fin las palabras salieron, y fueron poco amigables.

— ¡¿Qué?! Tampoco es que haga daño a nadie, y si lo hago es por defensa propia. Belos ofrece un servicio y se debe de pagar, así funcionan los negocios.

Parecía que cada palabra que expulsaba la latina más hacia hervir la sangre de Amity. Sus pasos acabaron frente a ella, con unos metros de diferencia.

— ¡¿Te estás escuchando?! — Sus manos hablaban acompañando sus palabras—. Hablas como un jodido mafioso, que se carga a todo el que se ponga en su camino.

— ¡Es por ayudar a mi madre! ¿Sabes la sonrisa que se le dibuja cada vez que le entrego algo de dinero? Y ver sus ojos, dios, Amity ojalá pudiera ver sus ojos. Es impresionante.

El silencio, al fin se hizo dueño en la habitación, los pasos de Amity, frenaron. Aquel vivo fuego que tenía en sus orbes se apagaron, y la dulzura pasó a sus almíbares. Las palabras de Luz habían sido un balde de agua fría. Sus pies descalzos acortaron, esta vez acabando a pocos centímetros de la cama donde su amada aún continuaba postrada. Sus rodillas se clavaron en el parquet, y su diestra acabó entrelazándose con los dedos con los ajenos.

— Luz.... no puedes ayudar a todo el mundo...y menos así— Su pulgar dejaba caricias con un tono compasivo.

— Lo sé, aún recuerdo lo que me dijiste en la playa pero, ¿sinceramente? Creo que puede llegar a ser lo mejor, al menos de una manera temporal. Hasta que termine la universidad.

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⏰ Última actualización: Dec 02, 2021 ⏰

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