Capítulo 27º.

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La brisa marina chocó contra los rostros del par de adolescentes, una no temía al grupo que tenían enfrente, y el segundo temía que su compostura se viera demasiado tensa, que lo juzgasen sin tan siquiera haber hablado. Aunque esa compostura de la que temía, no se viera así, y todo esos pensamientos fueran productos de la propia paranoia que se estaba creando en su propia cabeza.

Por más impresionante que pareciera, aquel mismo chico que estaba con sus pensamientos paranoicos, había conseguido llevar una camisa hawaiana rojiza, una prenda perfecta tanto para la época, como el lugar donde estaba. Mientras Luz.... bueno, aún continuaba con el mismo traje con el que salió del hogar donde se cambió. Un traje que empezó a retocar con sus manos por cada paso que daba, sus hombros, sus solapas o sus mangas, toda parte de tela, era una opción para cuidar o eliminar los pequeños defectos que podían llegar a tener. Para estar como no tan solo quería estar, sino también como debía de estar; perfecta.

— Aún no me puedo creer que tuvieras eso guardado. — La mirada de Luz estaba al frente, en ese grupo al que se iban acercando, iluminados por el fuego, y envueltos por la música, una atmósfera de perfecta fiesta, a la que se estaban adentrando.

— ¿Qué? — La primera fila de dientes del rubio se mostró reflejando algo de arrogancia, mientras sus manos dieron un pequeño tirón del cuello de su camisa—. Siempre hay que ir preparado. Además tú no eres quien para hablar, no has parado de tocarte el trajecito desde que hemos pisado la arena.

Las mejillas de Luz se encendieron ante dicho comentario, como no hacerlo. Sus orbes se desviaron, por un segundo. Un tiempo más que suficiente, para que cuando sus orbes volvieron al frente se encontraran con un chico que ya conocía. Uno que corría con sus comisuras alzadas y un vaso que rebosaba lo que seguramente sería alcohol, el cual con cada uno movimiento que hacía, acababa algo de él en la arena.

— Luuuuz, has venido. — Aquel mismo chico de algunos tonos de piel más oscuro que Luz, no tuvo ningún miedo de envolver sus brazos en el cuello de la latina. Acabando con el vaso que estaba al completo con la mitad de su contenido.

No hacía falta un alcoholímetro para saber que Gus, iba con dos copas de más, si no era su forma de caminar en la cual le faltaba el equilibrio o su poca vocalización al hablar lo que le delataba, era el olor a alcohol impregnado en su ropa, un olor que pudo detectar en cuanto tomaron contacto.

— Genial, ya va pedo.— Fue apenas un susurro, inaudible, para el que estaba dejando caer el peso de su propio cuerpo en ella. Algo que no duró mucho, ya que antes de que este se dejara totalmente caer. Luz lo tomó por sus hombros, separándose unos centímetros de ella. Una de sus manos dejó de sujetarlo para acabar apuntando al que estaba a su derecha—. Mira Gus, este es Hunter, un compañero de trabajo.

— Hey Hunter. — La mano que sostenía su vaso, se alzó en una forma de saludo.

— Hey Gus.— Al igual que él alzó su mano, aunque esta estuviera vacía.

Antes de que la conversación diera un paso más una cuarta silueta empezó a formarse tras de Gus. Unos pálidos brazos, no tardaron en envolver su cuello y una cabellera morada apareció tras sus hombros.

Una chica tan blanca como la nieve, de orbes avellanas, algo más oscuras que los de la princesa de Hexside. Aunque eso no quitaba su atractivo.

— Gus...¿qué pasa? — Sus labios hablaron cerca del rostro de su amigo y su forma de hablar rozaba lo seductor. No hacía falta ser adivino para saber qué ahí había algo más que amistad. La intuición, hizo que la sonrisa pícara no faltara en el rostro de la latina.

— ¡Oh, genial! — Los brazos de la chica se desenvolvieron, quedando al lado de su amigo, aunque una de sus manos acabó apoyada en el hombro ajeno—. Estás aquí, mira te quería presentar a mi amiga Luz, y su compañero Hunter.Hunter, Luz, esta es Bria.

Instituto Hexside.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora