The Presentation [La presentación] ¬BrightWin

25 | LOST IN JAPAN

25 | LOST IN JAPAN

—Oye, phi, ¿sabías que P'Win no me habló por tres semanas la primera vez que te dije "P'Baii"? Estaba muy enojado y me dio todo un sermón de media hora exponiéndome sus catorce razones por las cuales solo él tenía derecho a usar ese nombre en ti.

N'Mick tenía cara de haber hecho una enorme travesura al revelar dicha información y P'Eed, en el asiento del conductor, parecía entender la sensación porque le envió una mirada cómplice por el retrovisor mientras aguantaba las ganas de reírse.

Bright lo sintió como una patada en el estómago.

—No expongas así a tu phi —fue lo único que respondió, fue una suerte que ya hubiesen llegado a la primaria y que P'Eed estacionara.

Mick sonrió lentamente antes de tomar su bolso y despedirse con un ademán. Si Bright tuviese que dar las clases de Prathom 3 que daba Mick ya se hubiese lanzado del auto; aunque nong Mick no era muy comunicativo en cuanto a sus problemas cotidianos, no parecía tenerlos en realidad y recientemente Mesa se había puesto en el papel de "adoptar" a su hermanito para tenerlo de aprendiz cuando Bright no le estuviese enseñando a tocar la guitarra.

Era miércoles, la tercera mañana seguida en la que Win prefería irse a la escuela en el auto de los Wongratch con Mix que compartir el mismo espacio con Bright por más de veinte minutos. Lo hacía en ambos viajes, el de la mañana y el de la tarde, así que Bright solo le había visto la cara una vez en la cena del lunes. Ole y Wanchai habían solicitado que todo el mundo se sentara en la mesa del comedor para dar una gran noticia, que resultó ser una invitación para la boda; pero no valió la pena porque mientras Win hablaba con su padre, su madre lo distraía a él y a Mesa comentándoles sobre las mejores universidades del país. Su nong no lo miró más de dos segundos, aunque sus mejillas rojas y pulso tembloroso estuvieron presentes durante todo el tiempo que duró la cena.

"¿Por qué tuviste que ser mi hermano...?"

De solo recordarlo podía sentir como le fallaba la respiración. En aquel momento pudo sentir, sin exagerar, como se abría un enorme vacío bajo sus pies. Recordaba haber pensado una vez en que no podría continuar viviendo con el odio de Win y ahora se daba cuenta que era peor haberse ganado su desprecio.

Aunque había algo que no le cuadraba, no lo pensó hasta la mañana siguiente porque la noche del domingo quedó dormido llorando cómo cachorrito abandonado. Entonces, no fue hasta después de ducharse y calmar a su alfa con un montonal de galletas y dos potes de yogurt... y, claro, contarle la situación a Milli, que abrió los ojos. Bueno, en realidad Milli se lo dijo muy claramente mientras ambos ignoraban la clase de historia.

—Me dices que el chico se alteró nada más verte triste, ¿no? Si realmente te despreciara no se habría disculpado inmediatamente, lo del golpe parece ser un accidente —le recalcó mientras dibujaba dos garabatos en la parta trasera del cuaderno que simulaban ser Bright y Win, él no se hubiese dado cuenta de que era ellos dos si Milli no les hubiese escrito los nombres arriba de las cabezas rodeados de muchos corazones.—. Yo no sé tú, pero a mí me parece que salió huyendo de la vergüenza porque sabe que se le fue la mano, literalmente.